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Casi ocho de cada diez ciudadanos de Balears cree que la situación económica del Archipiélago es mala o muy mala, y más de la mitad de la población no confía en su presidente para que les saque del atolladero, ya que cerca del 53 por ciento cree que la gestión de José Ramón Bauzá hasta la fecha ha sido igualmente mala o muy mala. Los datos del barómetro autonómico del Centro de Investigaciones Sociológicas corresponden a septiembre y octubre de 2012, pero la crisis no ha dado tregua desde entonces y, como al final son el bolsillo y el bienestar los que en buena medida determinan la opinión pública sobre los gobernantes, nada hace pensar que ésta haya podido mejorar en lo que llevamos de 2013.

La estadística se dio a conocer el mismo día que la remodelación del Govern, y quedó eclipsada por el tsunami reestructurador de Bauzá sobre su equipo, para bien del Ejecutivo balear porque, entre otras cosas, las encuestas le daban un sonoro suspenso en el diálogo con sus administrados: un 73 por ciento consideró que no había expresado capacidad de comunicarse con la gente.

El propio presidente ha admitido que se ha cumplido una primera etapa, la más dura e impopular, la de ordenar las cuentas públicas y recortar, y la de creación de nuevos impuestos que bajo la etiqueta ecológica, han puesto en pie de guerra a los empresarios. Por detrás, dos años muy duros, y por delante, otros dos para aflojar la austeridad, siempre que Madrid y Bruselas lo permitan, y, con nuevas caras, intentar que los electores se olviden.