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Después de haber leído las declaraciones de Buzz Aldrin, compañero de Armstrong en pisar la luna en 1.969, insiste a sus 83 años que, instalarse en Marte, construir una colonia en el planeta rojo, sería interesantísimo. La odisea que plantea, llevar allí seres humanos en el 2.035 para formar una colonia permanente, no lo ve nada descabellado. Me pregunto si este afán por habitar otros mundos es fruto de unas enormes ansias viajeras por parte nuestra o se trata de una escapada en busca de algo mejor, más seguro, diferente. Yo no sé ustedes, salvo que sean tiernos mozalbetes, si vamos a poder sacar billete acudiendo personalmente a la agencia de viajes que se encargue de su venta, si nos van a llevar en silla de ruedas, camilla o entubados o simplemente, si vamos a estar ya en este mundo acabando de consumir las miserias que entre todos hemos estado cultivando y explotado. Hoy por hoy, contemplando en frío esa perspectiva, no me parece del todo descabellada porque habrá que hacer sitio a los que hay y a los que irán llegando en un mundo que ya nos está resultando algo pequeño. Habrá que ir pensando en desterrar de nuestras mentes esos mitos sobre la invasión de nuestro planeta por parte de alienígenas, e ir pensando que vamos a ser nosotros los futuros invasores de ese espacio más allá de nuestras galaxias.