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Estarán conmigo en que el ruido empieza a ser ya insoportable. Vivimos en un guirigay continuo, en un estado de decibelios demasiado alto, en un clima de contaminación acústica espiritual donde se hace imposible la reflexión pausada.

A los que gobiernan, no confundir con el gobierno, ya les va bien esta historia. Utilizan a sus lacayos, véase casta política, para enmarañarlo todo, para disparar sandeces sin cesar, para escupir por la boca las mayores mentiras o las más lamentables manipulaciones, crean una tela de araña donde todo se confunde, donde se hace muy difícil discernir, donde se pierde el dialogo y el intercambio de argumentos y se pasa a la letanía de monólogos malintencionados que buscan un fin muy concreto, a saber: que los ricos sean cada vez más ricos a costa del sufrimiento y la pobreza de los más débiles, esto es así por más vueltas que le quieran dar.

Ante este panorama es normal que muchas personas decidan desconectar, es una cuestión de supervivencia no podemos reprocharles nada. Cuantas veces no habrá oído: "yo es que paso de escuchar, o leer, las noticias, son todos iguales y esto no tiene arreglo lo mires por donde lo mires". No nos informamos para no sufrir, luego no actuamos porque no sabemos lo que pasa o lo sabemos de forma muy sesgada, ya saben "no te enrolles tanto que bastante tengo yo con lo mío", llegados a este punto y sin casi darnos cuenta ya nos hemos rendido.

Reconozco que vivir en una jaula de grillos es insoportable, que asomarse a las noticias diarias es una fuente inagotable de mal rollo, que saltar de un medio a otro es hacerse mala sangre, es una evidencia. Estoy convencido también que a cualquier periodista honrado le gustaría, al menos de vez en cuando, dar una buena noticia, lanzar una rayito de luz, abrir una rendija de esperanza. Muchos profesionales de los medios se desesperan, primero por la situación tan terrible que vive el mundo periodístico con cierre de medios y despidos masivos, segundo porque bregar con la mierda que vomita la realidad a diario debe ser agotador.

Muchas veces, queridos lectores, yo mismo pienso si escribir estos artículos sirve para algo, sino estaré contribuyendo al ruido por el ruido sin aportar nada positivo, todos tenemos malos días…pero viendo como esta pandilla deshumanizada que toma las decisiones nos conducen no a tener malos días sino a tener mala vida mientras ellos, parapetados detrás del ruido estruendoso, viven de lujo, supero la duda.

Así que hasta que este diario y ustedes quieran, por aquí nos encontraremos ejerciendo el derecho a réplica, que es de los pocos derechos que van quedando, a ver cuánto dura.