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Hoy es el Día de la Caridad. Es una oportunidad para observar la realidad social que nos rodea. Caritas ha advertido de dos situaciones importantes: cada vez son más las personas que llevan más de tres años en una situación de pobreza y, por otra parte, a pesar de la recesión económica, la colaboración solidaria, caritativa, se incrementa de una forma considerable. Esta generosidad de muchas personas anónimas representa, sin duda, uno de los síntomas de la recuperación de la esperanza. La voz enérgica y comprometida que representa Caritas va más allá y motiva una reflexión: es necesario vivir con más sencillez, prescindiendo de lo superfluo para poder construir una sociedad más cohesionada y sensible a quienes menos tienen. No se trata de substituir la responsabilidad de las administraciones en los aspectos sociales, sino de sentir que el apoyo a quienes más sufren es una actitud que se extiende entre los ciudadanos. El testimonio de Caritas ha de tener esa respuesta. Si esta entidad de la Iglesia no existiera la presión sobre las administraciones sería enorme. Por eso es importante que Caritas cuente con los recursos para llegar a la gente más pobre y tratarles con la dignidad que merecen.