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Cuando la hambruna asola a más de medio mundo, cuando las ONG no pueden atender la demanda de los recursos más elementales, los bancos de alimentos están casi en números rojos y miles de familias no saben ni cuándo van a poder comer algo medianamente decente, cuando el llegar a final de mes se hace eterno o se presenta como una meta inalcanzable, cuando un gran contingente de seres humanos arrancarían las hojas de sus calendarios con tal de no ver transcurrir los días porque sus días "festivos" son más que sus "laborables", choca, impacta de forma brutal y casi inexplicable que, productos cárnicos como los pies y cabezas de determinados ases del balompié y pechugonas mozalbetas, exhiban sus anatómicas partes como si fueran cheques en blanco para unos y expresiones contra o en favor de la libertad sexual otras.

Y es que hay carnes y miembros que las sostienen que se cotizan a tanto el quilo, pero a mucho "tanto", carne que supera en miles al más fino y selecto solomillo y más o menos aceptada por una gran mayoría, sea o no vegetariana, que espera y desea que cumpla con los objetivos marcados. Son chupópteros de cámara y noticia en telediarios y prensa especializada para millones de espectadores que prefieren más entregarse a esas pantagruélicas comilonas, que empujar el carro para sacarlo del barrizal de la desesperación. Y así nos va.