TW
0

Noelia vive en Móstoles, Madrid, es muy inteligente, sus notas académicas son excepcionales, es meticulosa y perfeccionista, esto por sí solo no quiere decir nada, sólo la describe brevemente.

Noelia tiene dieciséis años y se le ha roto la realidad, los que saben de esto dicen que ha sufrido un brote psicótico. Le han ingresado varias veces y le han pautado los antipsicóticos más conocidos. Noelia se desespera en su enfermedad, desconfía de todo lo que la rodea, es incapaz, sin ayuda, de desenvolverse en su entorno, sufre mucho y su sufrimiento se hace extensivo a una madre que se encuentra perdida y sin recursos.

Los ingresos necesarios se hacen esperar porque los recortes han dejado la sanidad bajo mínimos, de los saturados servicios de urgencias entra y sale cada vez más dopada, los médicos que la tratan se vuelcan con ella pero se ven impotentes ante el gran número de personas que tienen que atender, su madre no tiene el dinero que posee Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, condesa consorte de Bornos y grande de España, y no puede pagarle un tratamiento privado. Si este artículo no hablar de ellas nadie lo haría.

Mientras Noelia sufre, Esperanza visita nuestra isla y es portada en los medios, los cronistas hablan de ella y algunos la tildan de la gran gestora que fue de la Comunidad de Madrid, se mueve como pez en el agua con un discurso tacheriano y profundamente populista, se abraza a las mayorías absolutas que alcanzó para despreciar a rivales políticos y sociales.

Doña Esperanza, la que proclamó que los políticos no deben ser profesionales, pero ella ha estado veintinueve años viviendo de la política, la impulsora de la privatización de hospitales, la que inauguró un campo de golf contra todo criterio y perdió en el Tribunal Supremo, que ha dado la razón a los ecologistas. Esperanza salpicada por el escándalo del AVE que no para en Guadalajara sino en un pueblo situado a diez kilómetros que se llama Yebes, en un oscuro negocio que presuntamente favoreció a su marido don Fernando Ramírez de Haro, ella, que nombró a dedo a su sucesor, es la que ahora pide trasparencia, ella que igual crítica a Rajoy que se suma con devoción a los principios del Tea Party americano, ella que convirtió a Telemadrid en una ente ruinoso y manipulador, nido de enchufismo que acabó con un ERE tremendo, ella no tiene ni idea de quién es Noelia.

Pero su gestión, sus recortes en sanidad, sus decisiones le han puesto aún más difícil la vida a una niña de dieciséis años. Algunos pensarán que tiro de demagogia, sinceramente me da igual, la realidad, esa que a Noelia se le ha roto, es que su problema sería algo más llevadero si algunos políticos en lugar de estar gestionando privatizaciones y chanchullos varios se hubieran preocupado por invertir en salud y educación.

Y ante situaciones como está, queridos lectores, deberíamos pensar si aceptamos que la vida de unas personas valen más que la de otras y nos ponemos del lado de los aristócratas del mundo, o si todavía albergamos la ilusión de los que creen en la igualdad de derechos y oportunidades y nos la jugamos criticando públicamente a los responsables de la situación, incluida la poderosa condesa consorte de Bornos. Sufro con Noelia, aquí lo dejo.