Viki Doncheva, acompañada por un grupo de amigos, festejando su 12 cumpleaños, que con tanta ilusión le preparó su padrino Eloy

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Por estas mismas fechas, sesenta años atrás, regresaba yo de la escuela, con los calores propios de la estación, más los producidos en el recreo y los de la edad, cuand no hi havia seny ni un cap de llam. Tan solo abrir la puerta de la calle, después de decir: Buenas, subía los escalones de dos en dos, al tiempo que iba protestando… Mamá, he sido la única niña que llevaba manga larga. Iban todas enseñando sus brazos y yo… haciendo el ridículo. Es preciso me ponga la ropa de verano, por favor mama, usted que es tan buena… al finalizar esta frase, dando la sensación que estaba actuando, en lo alto del escenario del Orfeón Mahones, solían escucharse aplausos provinentes del taller mecánico que se encontraba en la planta baja. Gori, el maestro y sus empleados se enfutien de jo.

Mientras aquella madre mía, permanecía callada, sin contestar a mis suplicas en forma de protesta. Al rato, pasados unos instantes en que mi euforia verbal se había calmado me sentaba sobre sus rodillas y me decía:
Hay Margariteta, siento que hayas sido la única en llevar los brazos tapados, pero creo que también habrás sido la única que has tenido que hacer uso del pañuelo de mocar, ¿acaso has olvidado, que semana si otra también estas constipada? Acaso ignoras que el tiempo es muy inestable, que cuando sales de casa para ir al colegio hace fresco, que el calor lo sientes a la salida y que no hay que exagerar. Tranquila mi niña, tranquila, mañana te pondré de verano, pero cuidadito volverte a resfriar, ya sabes que el doctor Doménech te recetara es xarop. Me callaba, con tan solo pensar en la bebida que preparaba el señor Mercadal, farmacéutico des Camí des Castell. Era más que suficiente. Finalizaba el discurso con aquel viejo refrán: Hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo. Por cierto hoy el domicilio de aquella farmacia debe decirse, Camí de Mò. Según el cambio que le ha otorgado nuestro excelentísimo ayuntamiento.

Ha pasado un fotimé d'anys y no lo he olvidado, no podría ser de otra manera. Dándome la sensación que me encuentro en la cocina de la calle de Santa Catalina, alargada más bien estrecha, en la que los tres cabíamos muy bien. La mesa bajo la ventana que miraba a los vecinos, el terrado de la familia Gomila Sirerol, medianera con el de la familia Suárez, en los bajos de aquella casa los Serrano, la señora Ángeles, una santa mujer que cuidaba a demás de sus tres hijos y el esposo a su padre, al que todos llamaban el Cuco, un abuelo que yo muchas veces envidié, tener un l'avi a prop me hubiera encantado. Los padres del mío no los conocí, y los maternos, vivían en Ciutadella, lo que hacía que los viera muy poco.

Todos estos vecinos, podrían testificar cuanto he contado, lo confieso sin rubor alguno. La llegada de la primavera daba para mucho, principalmente protestar, por el cambio de vestimenta y si no tuviera que cansarles les diría de mis delirios en volverme chica mayor, cuando contemplaba en el tendedero de la familia Gomila Sirerol, los bañadores tan bonitos de las dos hijas de la casa, María Rosa al cel sia y Amelia, tan guapas, me atrevería a decir que eran de las primeras de la barriada que nadaban, nada extraño su padre don Juan Gomila Borrás de grato recuerdo disponía de un bot precioso, si no me equivoco, le llamaban "El Mar del Plata", en recuerdo de su época americana.

Iba a entrar en el tema baños de mar, pero antes es preciso haga un inciso y decir, que las cosas han cambiado y mucho. La moda tiende a estar morenos, si bien se insiste en embadurnarse con protectores solares, intentando protegerse de los mismos, otros prefieren acudir a centros especializados y tomar color con los conocidos rayos UVA. Antes, el estar morenos, venía a ser sinónimo de gent de feina, en el campo, en el mar, en la construcción, de desadores, y otros muchos oficios más. Nuestras antepasadas, no abandonaban el sombrero o el pañuelo, intentando que este cubriera por lo menos el rostro, intentando parecerse a las señoras de la ciudad.

Hoy, cuando una novia debe vestirse como tal, intenta pasar por unas cuantas sesiones de sol artificial, por aquello que el vestido blanco resalte mucho más con su escote ben moreno, y las niñas de comunión otro tanto. Las de mi época, por regla general aquel día tan maravilloso, llevaban manga larga, tuvieron que pasar muchos años hacerla enseñando los brazos, yo creo que por muchos motivos, incluso me atrevería a decir que el Concilio debió tener mucho que ver en ello.

Primero, porque no se podía ir a misa de manga corta. Segundo sa gent filava molt prim, enseñar los brazos en mayo o principios de junio, no debía ser adecuado. Incluso las mayores, disponían del abrigo de entretiempo, que llevaban en verano; la festividad del Corpus, la procesión del Sagrado Corazón de Jesús, la de la Virgen del Carmen que se celebraba por nuestras calles y por mar a la semana siguiente. Sacaban de los roperos los abrigos , con motivo de tener que asistir alguna celebración o fiesta, como podría ser las verbenas de San Juan, San Pedro que con tanto éxito tenían lugar en el Club Marítimo de Mahón. En una palabra, no se concebía anar ben mudades i no dur abrigo d'estiu.

Hasta aquí hemos llegado, por fin con manga corta, celebrada la comunión, época vacacional y con el bañador y el albornoz en el interior de la cesta de palmas. Un peine de banya y una latita plana y redonda de color azul con un anagrama. Nivea, el primer mejunje que usé untando cara y cuerpo.
Es fácil, que alguien se pregunte para qué usar un albornoz. No se concebía salir de la caseta o es magatzem hasta la orilla del mar sin aquella prenda, que a su vez se volvía a poner después de bañarse.

Es fácil que en este lunes cuarenta de mayo mis sufridos lectores, lleguen a la conclusión que mi xerradeta ha ido de aquí a allá, manga corta, antisolar, bañadores, es lógico durante esta semana no hago otra cosa que pensar en el fallecimiento de aquella actriz, exdeportista y siempre eterna sirena, Esther Williams, pionera de la natación sincronizada, la que nos hizo soñar con sus películas musicales, sus espectáculos acuáticos, dándonos a conocer al catalán Xavier Cugat y su orquesta. Su belleza, sus maquillajes que a men de sumergirse en las profundidades permanecían, y sus bañadores. Hace un tiempo que cierto comerciante mahonés junto a una modista me refirieron que la misma semana que se estrenó "Escuela de Sirenas", las ventas de telas de la calidad del conocido, piqué, se vendieron como rosquillas. Incluso algunas hermanas o amigas llegaron a tener dos o tres bañadores al intercambiarse los retales. El sacar un patrón de traje de baño, exacto, que fuera lo que se conocía como un guante, no era fácil, la propietaria del mismo debía gozar de buena figura.

Debo dejar el tema para otra ocasión, deseosa de felicitar a una preciosa niña, Aina Cardona Gelabert, de Es Casino de Sant Climent, que el pasado mes celebró su primera comunión en su pueblo, donde se reunieron familiares y amigos de sus padres con su prole que a decir verdad al día de hoy son muchos, llegando a ser un precioso grupo. Felicidades Aina, per molts d'anys.

Mientras tanto, cerca de allí en Cala en Porter, Eloy siempre tan complaciente con su querida ahijada, por la que bebe los vientos, ofrecía a su Viki del alma una gran fiesta con motivo de su 12 cumpleaños. Deseándole pueda cumplir muchos mas.
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margarita.caules@gmail.com