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No deberías preocuparte más, lo que te ronda no es una depresión, es sencillamente una deceleración de tus capacidades sociales.

No te agobies ni un minuto más de lo necesario, no estás indignado y con la rabia a flor de piel, básicamente lo que te pasa es que has retrasado ligeramente los parámetros de felicidad para hacerlos sostenibles en el tiempo.

Deja de llorar no merece la pena, no estás sin un euro, lo que te ocurre es que sufres un retraimiento de tus activos para invertir en lo que erróneamente piensas que son necesidades básicas.

Deja de morderte las uñas, lo que consideras injusticias sociales que te crean ansiedad son meras fluctuaciones de los mercados con ligeras turbulencias pasajeras que irán remitiendo cuando los indicadores de bienestar lo permitan.

Deja de comerte el coco con lo que consideras el sufrimiento ajeno, no son más que aristas necesarias de un sistema que obedece a principios inequívocos en busca de la mejora del colectivo.

No mires más de reojo a los dirigentes de tu país, de tu continente, de tu mundo, donde tú ves corrupción e intereses particulares solo hay el obligado peaje y desgaste que supone la inexcusable obligación de que unas pocas personas decidan lo que es mejor para ti y para los tuyos.

Deja de quejarte por todo, lo que tu consideras un futuro incierto es realmente un campo minado de oportunidades para los que sepan aprovecharlas, un mogollón casi infinito de retos solo para valientes, ¿ motivador no?

Abre tu mente para ver los desafíos a los que tú llamas problemas, para encontrarte con el optimismo con solo una ligera manipulación de los datos, para confiar en que todo lo malo es inevitable y por lo tanto la culpabilidad se tiene que diluir entre todos para no señalar con el dedo a nadie, ya sabes: si todos somos culpables nadie tiene la culpa, a que mola.

No te creas que lo que ves en la ventana del vecino es una bolsa de plástico enganchada en el picaporte, puede que tus sentidos te engañen en tu afán por no encontrar el lado poético de la vida y que lo que realmente está en la ventana es un gato blanco que dormita plácidamente.

Concluyo, querido lector, no pienses que detrás de este artículo se esconde un mensaje subliminal porque se está vetando el lenguaje, sencillamente le he seguido la corriente a los que se han hecho con el mando: los manipuladores del lenguaje. Al fin y al cabo ya debes estar acostumbrado a esta manera de expresarse, los que mandan y sus lacayos, perdón expertos, lo hacen machaconamente.