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Se acerca Sant Joan y las demás fiestas y este verano los chavales y las chavalas cambiarán la pomada y la cerveza con la que sazonamos las fiestas patronales por unos zumitos y unos colacaos. O al menos eso es lo que piensan desde el Consell insular donde creen que poniendo una barra sin alcohol solucionarán la deplorable estampa que supone cruzarte con niños y niñas que han aprendido antes a 'cocerse' que a multiplicar con decimales. Las Fiestas, con todas sus cosas buenas, también tienen un puñado de malas.
Porque francamente, son un auténtico foco de vicios que pueden corromper con suma facilidad a más de una infancia. Y no está el país para derrochar intelectos en potencia, aunque luego se les maltrate laboralmente con contratos basura o se les obligue a emigrar con sus relucientes doctorados bien plegaditos en la maleta rumbo a otro país al que nutrir con su conocimiento.

El problema de la juventud con el alcohol va mucho más lejos de ofrecerle una alternativa 'SIN' al gin con llimonada. Los jóvenes y las 'jóvenas' han visto siempre a sus padres pimplándose unas cañas y unas pomadas de Sant Joan hasta la Mare de Déu de Gràcia sin que nadie les recriminara nada y esperan que a ellos no les digan ni 'pío' por hacer, sencillamente, lo que han visto desde tiempo ha.

Tal y como comentaba mi admirado Zaca, si a la canalla le dices que solamente le servirás una refrescante e hidratante limonada, el gin o lo que sea con lo que se castiguen el hígado y las pocas neuronas que sobreviven entre tanto Gran Hermano y Gandía Shore, lo traerán ellos de casa y si depende de su microeconomía, lo mismo se agencian cualquier brebaje low cost que igual te emborracha, que te desatasca las tuberías del lavabo o te sirve de colonia.

Podríamos atacar el problema de raíz si cuidáramos el consumo de alcohol delante de los menores, igual que deberíamos hacerlo con el tabaco, porque el problema de que los chicos y las chicas flirteen con las bebidas espiritosas o con las demás drogas es que ven a sus progenitores consumiéndolas como si nada.

Para qué negarlo. Tampoco es mala idea dejar a los enanos que se pillen una buena melopea (ojo, evitando los excesos que pongan en peligro su integridad física) y que 'disfruten' de un buen domingo de resaca, de aquellos en los que te tiras todo el día vomitando y sin poder comer. 'Açò fa seny', me dijeron mis padres alguna vez. Y vaya si lo hizo...

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dgelabertpetrus@gmail.com