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A principios de este mes reaparecía en Londres, en el estreno de la última película de su pareja, la actriz Angelina Jolie, feliz, sonriente y enfrentándose a las cámaras tras haber pasado por una intervención que todas las mujeres tememos, una mastectomía. En este caso doble, y además preventiva, dado el elevado riesgo genético que tiene de padecer cáncer de mama. Había visto morir a su madre y recientemente a una tía por esa enfermedad y decidió adelantarse, ser proactiva, y rebajar ese porcentaje que le hacía candidata a padecer un tumor maligno. A sus 38 años, y con el historial de excentricidades de esta famosa actriz, mi primer pensamiento fue crítico, incluso se me ocurrió que estaba frivolizando el tema, y que, además, puedes esquivar un cáncer de mama, pero quedan muchos otros. La muerte te puede esperar en cualquier esquina y sobrevenir de muchas maneras, no puedes extirpar todos los riesgos, desde el momento en el que vienes al mundo, te la estás jugando.

Después de escuchar algunos testimonios de mujeres de ALBA, la entidad que con tesón trabaja para ayudar a las afectadas en Menorca, su decisión la observo bajo otro prisma. Algunas de ellas se han hallado en esa situación, entienden la decisión, pueden empatizar con una persona que, por muy famosa, rica y lejos que se encuentre, siente en el fondo, el mismo miedo y que, con su decisión personal, abre un debate y rompe tabúes.