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La aplicación del decreto de Tratamiento Integrado de Lenguas en los centros docentes públicos de la Isla está creando en los equipos directivos un estrés añadido al propio del cierre de un curso, momento en el que se acostumbra a preparar el siguiente. Las prisas, los plazos demasiado cortos en los que se ha movido la Conselleria de Educación, han generado una excesiva incertidumbre. Es totalmente irracional que los técnicos del Govern vayan a avalar, corregir o denegar los proyectos de aplicación del TIL como pronto a mediados de julio, sin apenas tiempo para reaccionar, articular cambios y diseñar las alternativas. Nadie, absolutamente nadie, cuestiona que el nivel de conocimiento del inglés de los alumnos de Menorca es inferior al deseable y que son bienvenidas todas aquellas medidas que corrijan esta situación. Pero en la mayor parte de los ámbitos, y especialmente en la educación, tan importante como hacer las cosas, es hacerlas de un modo adecuado. Ningún docente vería con buenos ojos que un alumno hiciera los deberes del día por la noche, mientras cena y en apenas diez minutos, con el ruido del televisor de fondo. Pues esto es lo que ocurre con el TIL. Se está haciendo tarde, mal y rápido, con demasiado ruido de fondo.