Timoteo Fortuny , "saig" des Castell, padre de José Fortuny ( Foto-Sturla, Pi y Maragall 47 Mahón), Camí des Castell

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Estoy segura que cualquiera que lea este titular, estará de acuerdo en que Almacenes Fortuny siempre ha sido un establecimiento entrañable, emblemático y referente, con su peculiar y entrañable trato con el público, ofreciendo calidad a buen precio. Las mejores marcas para vestir en todos los momentos. Sport, ceremonia, "per anar mudats", "per cada dia", aconsejando lo más adecuado según el estilo de cada cual.

A lo largo de estos setenta años, Fortuny ha significado un comercio familiar. En pleno inicio del siglo XXI su propietario, Alberto Fortuny Previ , continúa con el mismo lema del fundador, su padre, don José Fortuny Sintes. Siendo previsible la continuidad por parte de la tercera generación, atendiendo a sus fieles clientes, que han llegado a alcanzar cinco generaciones que jamás dudaron en acudir a Es Camí des Castell, esquina con la calle Comercio, sabedores ende que encontrarían cuanto precisasen en su ropero.

Almacenes Fortuny, uno de los comercios de telas más antiguos de la ciudad de Mahón, que conservó el carácter de las tiendas antiguas, con excelentes profesionales, ayudándote a encontrar aquello que buscas. Con el paso del tiempo, siempre celosos de servir mejor, fueron haciendo reformas de las que ya se irá hablando.

El origen de Confecciones Fortuny se pierde en la noche de los tiempos, su continuador, su hijo Alberto Fortuny me fue recordando cuando su padre la fundó en 1943.
Dice un viejo proverbio, que todos los caminos conducen a Roma. Si este lema lo trasladamos a Mahón, algo parecido se podría deducir, pero por supuesto dos eran las vías principales de entrada o salida de nuestra ciudad. La Raval, conduciendo hacia el poniente, y la calle del Castillo hacia levante. La una y la otra siempre estuvieron pobladas por comercios emblemáticos, entre ellos la espartería Escudero, antigua Casa Monjo, la Espiga de Oro, Julio, el lampista, Ca'n Senyalet. Otro tanto en General Sanjurjo, barberías, relojerías, zapaterías, hornos, La Sirena, afamada pensión, y una de las mejores pastelerías, esquina con la calle de las Vacas, frente a Fortuny, actual peluquería de Teresa María Ballester. Tiendas de comestibles, un fotógrafo, sin olvidarme para nada la herrería del señor Gómez, etc. Todo ello desde principios de 1900, continuando a lo largo del siglo. Una avenida muy concurrida por toda clase de viandantes. Carruajes de la payesía de aquel entorno, dando paso a los habitantes de Es Castell.

Finalizada la guerra del 36-39, entrados los años cuarenta del pasado siglo, se abrieron infinidad de nuevos comercios, entre ellos la firma a la cual dedico la presente "xerradeta".

José Fortuny Sintes (2-9-1906 / 28-1-1978). Hijo de Timoteo y Juana, el padre era "saig" de Es Castell. Con el tiempo pasaron a vivir en Mahón, eligiendo el jovencísimo José uno de los empleos más en boga, "dependent de roba".

Gracias a la entrevista que efectué el 13 de julio 1998 a Joaquin Bisbal Mercadal, "al cel sia", puedo escribir de aquel aprendizaje y otros datos que podrán enriquecer este trabajo, que compartieron Bisbal y Fortuny, siendo muy buenos amigos, en la Sucursal Terrés, anteriormente la prestigiosa casa Pasarius, ahora boutique de Mango.

Su propietario Mateo Terrés Pons, "es vei Terrés", tenía una sastrería en la Plaza Explanada actual edificio Marenostrum (Axa). Al trasladarse a los números 8 y 10 de Sa Ravaleta, pasó a ser una tienda "de molt d'estrall", la ropa se hacía a medida, tanto de hombre como de mujer, infantil y juvenil, también la lencería y ropa interior masculina y la llamada de hogar. La amplitud del local permitía atender a la clientela con desahogo y comodidad. La más amplia, lujosa y mejor dotada de toda la isla con varios "taulells" donde el dependiente iba extendiendo las telas desplegándolas sobre el mismo, mientras las clientas sentadas "sense frissar podien triar amb calma". Las paredes forradas por estanterías donde se encontraba el género, que cuidadosamente los aprendices iban plegando y colocando en su sitio. Barrer, quitar el polvo, entre otros menesteres, era el trabajo de aquella juventud que, a medida que se iba volviendo mayor, obtenía nuevos cargos.

La jornada laboral de ocho de la mañana a las ocho de la noche, librando una hora al mediodía para ir a comer. Los sábados, abierto mañana y tarde y también las mañanas de los domingos y festivos, cuando bajaban los payeses a la ciudad, para oír misa y hacer las compras. "Es diumenge retia un munt pes botiguers". En aquellos momentos, Fortuny, ganaba quince pesetas semanales, más propinas aparte, que solían ser espléndidas, principalmente por parte de las esposas de los militares, por llevarles las compras hasta su domicilio. También distribuían fardos de tejidos a los talleres de modistas, que con anterioridad habían seleccionado, para más tarde en su propio taller de costura mostrar a sus clientas. Las propinas de las costureras solían consistir en "fer sa bereneta" al muchacho que le había llevado los tejidos.

Después de tan larga jornada, Fortuny con su empeño de superación, junto a Bisbal, acudía a clase de matemáticas con don José Pascual en la calle del Horno. Asignatura básica e imprescindible para cualquier dependiente, especialmente de aquel ramo, ya que los tejidos se vendían a metros. Por ejemplo, para un corte de abrigo de señora se necesitaban dos metros y medio y cuatro para un vestido. Debían calcular a la perfección con decimales.

Aprender con don Mateo Terrés equivalía a ir a la universidad, de ahí que junto a él aprendieran muchos jóvenes catalanes hijos de familias de industriales de renombre. Exigía compostura, comportamiento, ser extremadamente correctos, estrictos y educados con los ademanes, vestir con pulcritud, limpieza corporal, manos y uñas que eran revisadas todas las mañanas, bien peinados y los zapatos relucientes, otra de las normas, desprender "una bona oloreta".

Para mantener tanta limpieza en un principio utilizaban el cubrepolvo. Con la llegada de la 1ª República la cosa se modernizó, usándolo tan solo los más jóvenes. Intentando parecerse a los almacenes El Siglo de la calle Pelayo de Barcelona.

El tiempo pasó y José Fortuny Sintes contrajo matrimonio con su novia de toda la vida, Antonia Previ Atienza (1-1-1914 / 18-6- 1985), hija de D. Antonio Previ Seguí y Filomena Atienza. El suegro de Fortuny fue patrón del remolcador nº 2 de Transportes Militares, atreviéndome a decir, ya que lo he escuchado toda la vida, destacado maestro en hacer velámenes de todas las características. En otras ocasiones ya lo cité. Y como patrón auxilió a infinidad de buques de gran importancia.

Fueron sus compañeros de trabajo, cada uno con mostrador propio, Joaquín Bisbal, Juan Llull, Roberto Soler, Marcos Anglada, Antonio Sans, Avenir Mercadal, Avelino Macián, Santiago Suaus, el propio José Fortuny, el propietario y sus dos hermanos, Gustavo y Avelino. Doce personas, jamás hubo ni pudo comercio alguno hacer sombra a los Terrés.
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margarita.caules@gmail.com