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Usted hubiera sido capaz de hacerlo? No, creo que no, bueno usted no sé pero yo no. Estoy muy a gustito con un sistema que critico de continuo como filosóficamente inmoral, pero que me sirvo de él y cada día caigo más en la trampa saducea que me brindan; cada día confieso una y otra vez mi impotencia para luchar contra este despropósito que es el mundo actual y a la par me aburgueso más y más y me digo: "el que venga detrás que arree". No tengo excusa: soy un sinvergüenza light.

Pero hay otros, yo los llamo "los nuevos héroes", que se arriesgan y luchan por mejorar las cosas. Arriesgan, sí, incluso la vida en algún caso, y tienen nombres y apellidos: Edward Snowden, Julian Assange y Hervé Faciani.

Se dirá que a lo mejor existen en su actitud intereses ocultos, que si esto, que si lo otro.... pero lo cierto es que se juegan mucho. Un fallo en el sistema de protección que les ampara y caerán en manos del enemigo que no tendrá piedad.

Salvo Assange que es un activista nato, casi genético, los otros dos, Snowden y Faciani formaban parte del engranaje del sistema, que una vez más como otras veces ya ha ocurrido, genera los mecanismo de su propia autodestrucción. El sistema y los que están detrás, necesitan, para cometer sus tropelías, a alguien que no piense pero que sepa teclear, es lo que se denomina "el tonto útil".

Es fácil diseñar un tonto útil, se busca a un descerebrado de esos que generan los actuales sistemas educativos, más dirigidos a crear herramientas de trabajo que personas, en los que las asignaturas tales como Historia o Filosofía se ven reducidas a "marías" porque para los que toman decisiones en este planeta son verdaderas armas de guerra. Así, formando que no educando, consiguen desterrar de los alumnos aquello que Fernando VII, después de cerrar las universidades durante 10 años, denominó "la funesta manía de pensar".

Así pues, al descerebrado se le da un cursillo de informática de tres meses; se le pagan 1.000 euros al mes y ya está. La vida del descerebrado desde entonces transcurre entre el teclear diario, solo interrumpido para engullir un cuenco de plástico de comida basura en la propia mesa de trabajo y el botellón del fin de semana, donde se bebe hasta el coma etílico y en vez de cantar como antes, se berrea.

Pero en este sistema adormecedor, de vez en cuando se cuela un listo, no un listillo, no, un listo de verdad y además con una cierta conciencia ética. Y los hay más de lo que parece, lo que ocurre es que están agazapados hasta tener ocasión de actuar. Ningún sistema educativo, por perverso que sea, es capaz de luchar contra la inteligencia natural.

Me imagino a Snowden y Faciani, como mudos testigos del horror, tecleando entre mamparas a media altura y viendo, oyendo y leyendo en pantalla, las barbaridades que se cometen en nombre de la llamada libertad. Me los imagino, sí, y también su indignación creciente, el insulto continuo a su inteligencia, a su capacidad, a su valía. "Vales lo que rentas, no lo que vales" parecen decir hasta las paredes. "No eres nadie, solo un código en una nómina y tu destino es vivir para trabajar" añaden los ecos devueltos de los despachos donde se concentra el poder.

Y un día estos héroes con nombre y apellidos dicen ¡basta ya! y cuentan al mundo lo que saben y el sistema, gigante con pies de barro al fin, se tambalea y los persigue con saña. El desenlace mañana.

Por último decir que en nuestro país también hay algunos héroes de estos que han tirado de la manta, son más modestos que los "wikilikes" varios pero también más íntimos, ¿cómo diría yo? más nuestros. El otro día escuché a uno de estos declarando en una cadena de TV, en la que contaba como habían amenazado él y su familia, pero me impresionó su firmeza a pesar de ello "quiero dormir tranquilo", afirmó. Entonces descubrí lo cobarde que soy, no porque yo tenga manta de la que tirar, sino porque si la tuviera me moriría de miedo y seguiría viviendo en mi confortable vida pequeño-burguesa.