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Tengo un amigo, ya cercano a la jubilación, cuya máxima aspiración actual es llegar a convertirse en un viejo verde. Me asegura que conseguirlo es una noble ambición ya que le permitirá dignificar su vejez porque prolongará su juventud. Dice que será una forma de reforzar la verdad de la naturaleza. Me confiesa que conseguir ese status social, el de viejo verde, conlleva muchas ventajas. Asegura que, teniéndolo, permite moverte en los ambientes con total autonomía y sin engaños, sin esconder tu yo.

Confiesa que solo así alcanzas la categoría de "tío legal". No esconder lo que eres es una escasa característica en la sociedad actual donde todos quieren aparentar lo que no son y, a la vez, quieren esconder lo que, desgraciadamente para todos, sí son. Lo vemos todos los días. La cantidad de fantasmas que nos circundan es increíble. Estamos tan rodeados como lo estuvo Custer en Little Big Horn. Lo vemos en la política, en la costra de las identidades falsas, en los supuestos intelectuales "au point", etc. Sí, vivimos en un mundo de fantasmas.

Mi amigo también me insiste en que uno se autoafirma cuando no te disimulas y que te mejoras si muestras las cartas desde un mismo inicio. Y solo se liga con personalidad. Los melifluos y los mediocres no se comen una rosca. Son el montón. Solo los especiales ligan de verdad, el resto simula y merodea.

La edad concede clase, afirma mi amigo, y además es el certificado de la experiencia. Ser viejo es ser especial y ser un viejo verde lo es todavía mucho más. Es una especie que realmente no abunda. Una especie escasa y por tanto, atendiendo a la ley de la oferta y la demanda, un producto caro y difícil de encontrar. Se pregunta si no es incluso una "delicatessen" de la naturaleza.

Mi amigo confidente me asegura que esconderse o disimular es todo lo contrario de lo que debe hacer un hombre con esperanzas de continuar siéndolo. La naturaleza no cambia de repente a los 70 años. Se mantiene y sigue su curso. Me dice que presentarse ante una mujer de 30, 40 o 50 años cantándole como Miguel Gallardo aquello de "Hoy siento ganas de ti" es toda una declaración de principios humanos. Es una declaración de querer seguir siendo hombre. Y eso, me dice convencido, emociona a muchas féminas.

También afirma que es una irrenunciable cuestión de salud: el corazón debe de seguir bombeando cual imparable motor de extracción. Bien, acabemos: mi amigo espera con auténtica ilusión que transcurran rápidamente los pocos meses que le faltan para alcanzar esa deseada edad madura que le permitirá realizar su ansiada ambición. Le deseo toda la suerte del mundo. Ya les contaré. Ahora mismo hace mucho calor y ya me licúo en malos pensamientos.