TW
0

Una vez más la desgracia ajena, en este caso la violencia y el drama en Egipto, se va a convertir en un impulso para nuestra temporada turística. El verano no había comenzado nada mal para los mercados extranjeros -al español le cuesta más remontar la recesión-, y agosto ya rozaba la ocupación máxima cuando, esta última semana, los grandes grupos turísticos europeos decidían cancelar sus viajes al país del norte de África hasta mitad de septiembre, a la espera de ver cómo evoluciona el conflicto.

Las Islas son ahora uno de los destinos en los que albergar a esos turistas que buscan un lugar sin correr riesgos.

Constatar un hecho, como el que la situación de emergencia de un destino competidor, traerá más visitantes a la Isla -por otro lado golpeada, y duro, por años de crisis-, no nos convierte en peores. Es obvio que lo que está sucediendo es una tragedia, como también es evidente que ese aumento de reservas se debe a una situación coyuntural, que esperamos que cese, y a turistas prestados.

La reflexión positiva sería, por un lado, la de apreciar lo que tenemos y saber transmitirlo, un territorio completo, convertido en resort, en el que poder pasar unas vacaciones en familia con seguridad, algo que va incluido en el precio, más elevado, sí, que el de otros destinos del Mediterráneo, pero que a buen seguro merece la pena pagar para el turista. En segundo lugar, la ocasión que se presenta de ganarse a esos clientes inesperados y hacer que repitan.