Zombies con sentimientos

El otro día vi 'Exorcismo en Conneticut' con unos amigos y cuando era el momento de la sangría, de untar el decorado de tripas, sangre y huesos, va el que debía liarla parda y se vuelve bueno. En lugar de arrancar cabezas o poseer demoniacamente ayudó al protagonista a resolver sus problemas y, de paso, le curó un cáncer. Así no...

El malo tiene que ser malo. El típico tan maligno que si se mordiera la lengua moriría, otra vez, envenenado por su propia sangre. Tan chungo y barriobajero que te ataca por la espalda y te come poco a poco para que veas como se pone las botas a tu costa mientras te insulta y se ríe malevolamente. El malvado, en definitiva, tiene que ponerte de mala baba, desearle el peor de los males, no acabar agregándote al Facebook y compartiendo amigos y fotos.

Los productores deberían repasar los pilares del género. A mi me parece muy bien que un zombie ande lento porque lo de ir pudriéndose poco tiene que fastidiar que no veas, pero hay que darle margen. No puede ser que la protagonista lo vea, grite escandalosamente, eche a correr y tropiece con una raíz para acabar siendo el tentempié de media tarde. Que a un zombie lento se le puede vencer cansándolo lentamente dando vueltas a la mesa, donde no hay ninguna puñetera raíz que trastabille nuestras andanzas.

Las cabezas pensantes de Hollywood deberían empezar a renovar los tópicos si no quieren perder adeptos. Yo no les voy a dar ideas pero yo que sé, a algún zombie le podrían dar sentimientos. Eso les diferenciaría de los gobernantes sin sentido que tenemos. Porque si no quisimos guerra en Irak, tampoco queremos otra matanza ahora en Siria.
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