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Se llama evolucionismo social. Evoca la teoría darwiniana de la evolución de las especies. Aprendimos que en la teoría de la evolución de las especies, éstas luchan por su propia supervivencia en un medio natural salvaje que favorece la imposición de la ley del más fuerte; en este entorno la naturaleza juega un papel de testigo mudo, impasible e insensible frente al sufrimiento y muerte de unas especies, y frente al júbilo de las victorias. En aquel estado natural, el ser humano, como una especie más, vivía y moría bajo el implacable gobierno de las leyes naturales.

Aprendimos que, de la mano de la evolución de la especie humana, ésta entendió que podría ser más conveniente para su propia supervivencia apartarse de aquél estado natural y consensuar la edificación de un estado de cosas (leyes, instituciones, costumbres, ética, etc) que ofreciera soluciones civilizadas a los conflictos de intereses que inevitablemente surgen a lo largo de la vida en sociedad. Rosseau, le llamó el Contrato social. Constituía la obra cumbre del hombre civilizado que había tenido la inteligencia de crean un Estado como entidad diferenciada de cada ciudadano pero, a su vez, tributario de la voluntad de cada uno de ellos. Los ciudadanos se desprenden voluntariamente de sus derechos individuales a favor de la creación de un derecho superior colectivo; asimismo, ceden al Estado la facultad para juzgar que antes fuera ejercida por cada uno según su propia idea de lo justo, y también ceden el ejercicio de la fuerza -incluso contra ellos mismos- y, por supuesto, encargan al Estado el papel de proveedor de unas mínimas ayudas sociales básicas a los más desfavorecidos. Todo ello como corolario de una sociedad civilizada, con valores éticos que la diferencian de las otras especies.

LA EVOLUCIÓN
del propio concepto roussoniano nos ha traído el Estado del bienestar que habíamos conocido hasta fechas muy recientes.

Al filósofo francés, sin embargo, le han salido detractores que, aprovechando su paso por los gobiernos de muchos países del llamado primer mundo, quieren relegar al Estado de hoy en día -en su ámbito de responsabilidades sociales-, al pretérito papel que jugara la naturaleza darwiniana.

Para conseguirlo, están jibarizándolo (como hicieran los jíbaros con sus enemigos) vaciándolo de competencias, restándole recursos, en fin, poniéndolo contra las cuerdas.
Una vez desactivado este mecanismo y, ciertamente, se están dando pasos de gigante en esa dirección en sanidad, educación, investigación y servicios sociales, las personas volveremos a acortar distancias respecto al resto de especies. Ya estamos viendo ejemplos de animalización de nuestra conducta encarnados por ciudadanos desesperados y desamparados por un Estado que ya no puede prestarle servicios ni asistencia.

Pero, no nos engañemos, la involución que nos están imponiendo no es inocua, antes al contrario, está mermando directamente los pilares de nuestras fortalezas ciudadanas.
Sin salud ni formación, sin trabajo y sin un sistema que nos sostenga en la adversidad, abandonaremos nuevamente nuestra condición ciudadana para recuperar la que creyéramos superada condición animal; pero, eso sí, que nadie se visualice a sí mismo como un tigre o una cigüeña; si quiere acertar en la visión, que piense en una oveja. Beeeeeeeeee!!!!