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Es suave el sabor de la taza, sabe a 'camamil·la' y jarabe de arce. Y siguen ganando los 'japos' sin que la niña de unos siete años lo sepa. De viaje a Valencia en la cola de espera de la archifamosa compañía irlandesa esta niñita lleva una maleta roja con Hello Kitty, la gatita inexpresiva que le dibuja siempre una sonrisa. Ya avanzaba la fila cuando Natalia le dice a su mamá embarazada acompañada de su marido "¿puedo ir a despedirme de Winnie the Pooh?" y los padres dicen 'sí'. Fue un sorbo delicioso y divertido, por la inocencia de la niña y la complicidad de los padres. Fue un 'sí' normal, sin explicaciones posteriores. No le cortaron las alas. Y ella solita con su maleta se fue a hablar con Winnie. Estuvo un minuto y a saber lo que le contaría a ese objeto de metal pintado que si le metes una moneda navegas con el osito amarillo en su barquita 'menorquina'. Pero es que para 'Nata' el osito de sonrisa eterna tiene vida. Fotografié esa escena en mi mente. La guardo para momentos de escasa creatividad o para las horas bajas del alma, para poder sonreír como Winnie, pero sin monedas. Es una imagen que sana. ¿Por qué cuando nos hacemos grandes no hablamos con Pooh? Indagando en Internet para escribir bien su nombre me entero que Winnie existió, fue real. Era una osita de Winnipeg (Canadá) de ahí su nombre. Rescatada por el teniente veterinario Harry Colebourn en 1914 de un trampero de osos negros a quien le pagó 20 dólares. La osezna se convirtió en mascota de la brigada, a la que pertenecía el militar. Una noticia dulce y amarga sabiendo que ocurrió en los albores de la Primera Guerra Mundial.

Así, a su paso por Inglaterra, el veterinario prefirió dejar a Winnie, en el Zoo de Londres para que la cuidaran mientras él continuaba camino del frente. A esta osita le gustaba la leche condensada que no miel como pintan los dibujos, siendo la favorita del público. Y la mejor amiga de Christopher Robin Milne que junto con sus peluches sirvieron de inspiración para su papá, Alan Alexander Milne. Autor de los cuentos de este 'Osito amarillo' (1926) -su gran éxito y convertido en clásico de la literatura británica del siglo XX- y su tropa de amiguitos del Bosque de los Cien Acres: Ígor, Tigger, Búho, Cangu, Rito, Pliget, Conejo y Christopher". Lo real se hace ficción. Lo inanimado -solo el que tiene un niño dentro- lo hace animado. ¿Cuánto hace que no saluda a los maniquís de boutique del barrio? ¿Cuánto hace que no baila con la escoba? ¿Cuánto hace... que no imagina como un niño? Ya tengo ganas de volver a volar y saludar al osito. Para mí ahora la osita Winnie.

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