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En pleno debate sobre mareas callejeras, aritméticas electorales y mayorías silenciosas, la encuesta publicada ayer por este diario sobre la educación trilingüe en las Islas debería abrir los ojos a más de uno. Una vez más hay que recurrir a las familias para recuperar el sentido común en un enfrentamiento donde una y otra parte se encastillan en posturas maximalistas sobre las que no están dispuestas a ceder.

Si miramos más allá de la pancarta y de la consigna política, vemos que tres de cada cuatro menorquines están a favor de implantar un modelo trilingüe en la enseñanza pública con el catalán, el castellano y el inglés como lenguas vehiculares. Pero que no corran todavía los señores del Govern a festejarlo, como hizo alguno ayer a través de Twitter. Un porcentaje igual de abrumador, el 71,5 por ciento, dice que lo están haciendo mal, que el TIL debe aplicarse de forma progresiva y negociada, no a golpe de decreto sin garantizar que los docentes están preparados para impartir su materia en lengua extranjera ni que los alumnos están capacitados para entenderla.

Siempre se ha dicho que la prisa es mala consejera, pero se ve que el mensaje no termina de calar. El gesto de responsabilidad que han hecho los docentes al suspender de forma temporal la huelga que mantenían desde principio de curso debe ser aprovechado por el Govern para pactar un calendario de aplicación de la norma.

La Conselleria dio un primer paso al ofrecer que el TIL fuera voluntario en el primer curso de la ESO, pero hay que ir más allá. Lo normal sería acostumbrar a los alumnos desde pequeños a que una parte del temario se da inglés, para que cuando lleguen a los cursos superiores puedan entender las asignaturas en esa lengua sin problemas, que al final es de lo que se trata.