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Hace un mes que Madrid se presentó oficialmente como candidato a ser a sede de los Juegos Olímpicos del año 2020, con el ya sabido resultado negativo. Mucho se ha escrito sobre la presentación y el resultado. Seguí el proceso desde la lejanía, lejanía de Buenos Aires y lejanía de Madrid. Por tanto uno adquiere una diferente perspectiva al analizar el proceso.

Bastante se ha comentado lo chocante que fue una presentación que se hacia desde la austeridad, como requiere la situación presente en España, cuando se contrastaba con la numerosa delegación española y con la presencia de muchos políticos que no tenían ningún papel a representar allí. Parece que los gastos de representación no se incluyen en la política de austeridad. Pero lo del excesivo gasto ya ha sido abundantemente comentado.

Un punto de vista que me ha parecido interesante es el que daba en su comentario Raquel Vidales en El País. Hablaba de la poca calidad de las presentación de la delegación madrileña. En su articulo señalaba la poca preparación que se da en la educación en España a las presentaciones públicas. Es algo que se nota en la universidad, lo poco preparados que van los alumnos para presentar sus ideas. La ausencia de exámenes orales en España es uno de los problemas. En otros países abundan los exámenes orales y se estimula la argumentación oral. En España basta oír los discursos en el Congreso para ver la poca preparación de la mayoría. ¡Si Castelar levantara la cabeza!

2 Pero en mi perspectiva desde la doble lejanía hubo dos cosas que me impactaron muchos más. La primera fue la reacción al fallo del comité de muchos políticos tanto presentes como ausentes al acto de presentación de la candidatura. Inmediatamente después de conocerse el resultado y con una gran falta de elegancia, se empezó a insinuar que hubo juego sucio, incluso en la portada de algún periódico español apareció la palabra tongo.

Esas reacciones no son propias de quienes están representando a un país en un ámbito internacional. Cuando se pierde uno sonríe, felicita a quien ha ganado y hace el propósito de trabajar más duro y mejor la próxima vez. Culpar al árbitro cuando se pierde el partido es no saber perder y por tanto es perder por partida doble frente a los demás.

Hubo una excepción en este comportamiento, el príncipe Felipe se mostró en todo momento a la altura de las circunstancias. Personalmente creo que la monarquía es un anacronismo, pero con el panel de políticos que tenemos en Madrid, me quedo con el rey y su hijo a la hora de representar a España en el mundo.

El segundo aspecto que me dejó sorprendido fueron también otras declaraciones de algunos políticos diciendo que el conseguir ser la sede de los Juegos hubiera confirmado la recuperación de España a los ojos del mundo y otros que señalaban que «era un proyecto común y España está necesitada de proyectos comunes que vaya en pos de la unidad del país». ¿En qué piensa esa gente? ¿Creen que con unos gestos simbólicos cubren el hecho del desempleo existente, el mal estado de la educación y la investigación, el deterioro de la sanidad pública, el malestar nacionalista, etc.? Sorprende mucho que puedan pensar eso, pero aun sorprende más que lo digan en voz alta.

Para mí, toda la historia alrededor de los Juegos Olímpicos solo me ha confirmado la mediocridad de muchos políticos. Pero habiendo llegado a Madrid para mi sesión de Otoño, me voy a la Plaza Mayor a tomar una relaxing cup de café con leche a ver si me olvido de una vez de la política y de esos políticos.