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El comité MaB (Men & Biosphere) de la Unesco aprobó el 7 de octubre de 1993 la declaración de Menorca como Reserva de la Biosfera. Veinte años después, los presidentes del Consell insular coinciden en que han faltado estrategias a largo plazo para garantizar la pervivencia del modelo de desarrollo sostenible en un medio natural conservado.

Y según manifiestan hoy los agentes económicos de la Isla, consultados por «Es Diari», los resultados obtenidos no se corresponden con las grandes expectativas generadas por la concesión de este reconocimiento internacional.

En una palabra, la percepción en torno a la Reserva de la Biosfera se resume en que no ha dado ni los beneficios ni el impulso que debía haber aportado a la economía insular. De ahí a vincular la declaración a un freno al crecimiento hay un paso.

Es el momento de abrir una reflexión en profundidad sobre una distinción que debía abrir las puertas de la diferenciación económica, pero no ha sido así.

El esfuerzo que están realizando el sector empresarial y la administración para impulsar la reactivación de Menorca debe hallar en la Reserva un estímulo y no una dificultad a las políticas de crecimiento y desarrollo.