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Hace ya tiempo que muchos menorquines tenemos la sensación de que nos fuerzan a catalanizarnos, que nos empujan a dejar de ser fieles a las tradiciones menorquinas para reconvertirnos en catalanes de una de les seves illes. Todo comenzó con la aprobación del malicioso Estatuto de Autonomía que padecemos. Un estatuto que aparte de cargarnos de políticos inútiles y de una organización administrativa desmesurada y carísima, solo ha ayudado a hacernos perder nuestra identidad cultural al injertarnos una forma lingüística ajena a nuestra tradición. Desde entonces existe un evidente proceso para reducir / disminuir nuestra personalidad e integrarnos en una realidad ajena a nuestra forma de ser. Aquí en Menorca quieren convertir nuestra isla blanca y azul en una tierra estelada más, en una roqueta sin identidad propia.

Una vez que el PP y el PSOE consintieron en catalanizar la enseñanza de nuestros hijos, se ha venido intentando por todos los métodos empaltarnos con los diables, los correfocs, los llumets, el estándar foráneo, etc. Los medios se han llenado de violinistas nacionalistas cuyos arpegios son plataformas de proselitismo declarando a nuestro menorquín como una forma inculta y apestada, una cosa a erradicar. Dentro de esa campaña que dura ya treinta años, la mayor victoria, lo más triste, que han conseguido esos nuevos iluminati que pretenden que adoptemos la sardana como baile propio, fue la ejecución sumarial de los nombres de Mahó-Mahón. Son los nuevos cruzados que quieren convertirnos en vasallos de una metrópoli centralista de la cual no hemos dependido nunca en el transcurso de la Historia (en mayúscula, please) y donde, en su día, unos seres reunidos alrededor de una mesa, y se supone que después de tomarse unas copitas y con la oposición de un mallorquín valiente (Mr. Alcover), se inventaron una ciencia: el estándar catalán que suponía el fin de nuestra personalidad lingüística, la que nos identifica como pueblo balear.

Todo vale para conseguir que la isla pierda su personalidad: mentiras, falacias, distorsiones históricas, traiciones, maledicencias contra quienes no colaboran con el nuevo dogma dictado, etc. Todo ese proceso culminó esta pasada semana con la inadmisible sumisión de éstos nuevos colaboracionistas a la injerencia del Parlament catalán en cuestiones internas de nuestras islas. Una osadía más de los nuevos colonialistas.

Muchos menorquines nos sentimos atacados y rodeados por tierra, mar y aire por una obcecación identitaria ajena a nuestra historia que ningunea nuestro «yo» formado a través de siglos de aconteceres históricos. Pero afortunadamente surgen gestos de resistencia. Pronto se presentará en público «Es Foment Culural de ses Illes Balears» (FC) una asociación sólida que, basada en la gramática balear original de Borja Moll y en el diccionario de Alcover, está ya implantada en todas las islas y cuenta con directivas en cada una de ellas. (FC nada tiene que ver con una tal Acadèmia a favor de lo que denominan Baléà). Foment Cultural reivindicará y defenderá la dignidad de nuestras formas tradicionales y promoverá su uso generalizado a todos los niveles frente a la avalancha del estándar que nos hace perder nuestras raíces. Su libro de estilo es la joven revista «Toc-Toc». Su acción contará con la colaboración de una nueva Fundación balear cuyos patronos son personalidades conocidas y significadas en el ámbito de las islas. ¿De alguna forma debemos defendernos del neo-colonialismo al uso, no?. Nosotros somos menorquines, no catalanes.