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La alcaldesa Águeda Reynés tiene marcado en rojo, en su calendario, el 24 de octubre, porque para este día está prevista la toma de posesión del nuevo presidente de Autoritat Portuària de Balears, Alberto Pons Fernández. Experto en la gestión de puertos deportivos y clubes náuticos, este mallorquín descendiente de menorquines de Alaior releva a un militar de la Armada, José María Urritia, que no ha podido desarrollar sus proyectos. Incomprendido y cuestionado, Urrutia tiró la toalla. Las relaciones con el gobierno municipal de Maó transitaron del amor al odio, con múltiples desacuerdos y discrepancias. Sobre la mesa, diferentes actuaciones que constituyen -años después de haberse proyectado- asignaturas pendientes para la rada mahonesa: el dragado para garantizar el atraque de cruceros; el vial de acceso al Cós Nou; la descarga de combustibles; y el polígono para industrias náuticas en la Colàrsega. Agueda Reynés, mujer de carácter, exigió más decisión a un Urrutia atrapado por la compleja maquinaria funcionarial de Autoritat Portuària. La alcaldesa transmitió con firmeza sus quejas a Tadeo y Bauzá; y al final, abrumado, el que había sido comandante del Sector Naval de Balears, comprendió que aquel no era su mundo, acostumbrado a dar órdenes que nadie discutía. Dispuesta a recuperar el tiempo perdido, la primera edil de Maó mueve ficha antes de que empiece el mandato del nuevo presidente de APB. La primera cuestión a resolver es el dragado que precisa el puerto, porque hay quienes arriesgan su puesto de trabajo cada vez que atraque un crucero en el puerto mahonés. Agueda Reynés sabe que es preciso el pacto social, y para ello ha puesto en marcha un órgano de debate y participación, el Consell Municipal del Port, donde tejará el consenso imprescindible.