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Si te hubieran dicho, hace años, que añorarías a aquel empleado seboso de ventanilla de compañía telefónica, gandul y maloliente, antipático y un tanto sádico, no te lo habrías creído... Pero, efectivamente, lo echas en falta, hoy, cuando tu fijo o tu móvil tienen una avería. Porque el 100X de los cataplines es, verdaderamente, otra cosa.

Llamas y una vocecita te confiesa que es Teresa la que te atiende, pero no de Jesús, aunque la susodicha tenga algo de santa. Hechas las presentaciones, le explicas que tu teléfono no funciona o que hay interferencias o que Obama te espía o... Y Teresita, pues eso, que no se altera.

Cuando acaba tu culebrón te asegura que ya te dirán cosas y que si esto y que si aquello... Como nunca te dicen nada y esto y aquello siguen sin ejecutarse, vuelves a marcar el 100X. Y Teresita es ya otra, porque ahora su voz es como de camionero. Con todos tus respetos para con los camioneros. Y entre pausas y melodías varias aguardas, angustiado... «¿Se habrá cambiado Teresita de sexo? ¿Con el sueldo de la compañía telefónica?» - te preguntas con anhelo-.

Finalmente, tras haberte deleitado con toda la música de los años 60, 70 y 80, la voz reaparece y te confiesa que no es la de Teresita, sino la de Ramón, un Ramón que está también dispuesto a solucionarte el problema. Y tú, metido a Job, le vuelves a soltar el mismo culebrón. Y le cuentas que, al descolgar tu teléfono, oyes a no sabes quién intentando ligar con una camarera; que estás hasta el moño -si lo tuvieras- de las interferencias; que el otro día se puso al teléfono Rajoy y, al otro, la Esteban...

Y que esto es un vivir sin vivir en ti. Y Teresita... ¡Perdón! Y Ramón te recomienda que no te preocupes y, nuevamente, que si esto y que si lo otro y que a ver que qué opino sobre su servicio. «Si está contento -te indica- marque el 1 y si no -continúa- pulse el 2» Y te preguntas: «¿Y para mandar a la compañía a la caquita?» Pero te reprimes, porque, al fin y al cabo, los operarios no son sino cortafuegos de una sociedad deshumanizada en la que ellos son meros soldados en la vanguardia de la incompetencia en la puñetería telefonía de este país, mientras que sus jefazos, como en tantas otras cosas, permanecen en la cobarde retaguardia del anonimato.

Como persiste la avería, en tu particular día de la marmota, diariamente, repites la misma ceremonia: llamar al 100X. Un día te contesta Pedro, otro María de los Dolores Agudos (oportuno nombre) o Luisa Alejandra Felisa de los Santos Inocentes o... Y tú, harto, le cuentas al desgraciado de turno, actualizando los datos, que la camarera de las interferencias ha quedado preñada, que Rajoy te consulta asuntos de educación (¡te ha cogido confianza el tío!) y que a la Esteban le ha dado por confundirte con la Campanario...

Finalmente, ya no te solicitan tu grado de satisfacción, sino que, los muy desalmados, directamente, te ponen una vieja grabación de los payasos de la tele. Así, tras la queja número 2.345.987 te inquieren: ¿Cómo están ustedes? Y eso es, ya, pasarse...

Llevas nueve meses intentando que el 100X te arregle lo tuyo. La camarera ha parido trillizos y le ha dado por nombrarte padrino. Rajoy, por su parte, te ha tomado, llorando, por confesor. Gracias a Obama has mejorado tu inglés (algo muy útil con la que está cayendo). Belén cree que eres torero. Y, gracias a Fofo, Miliki y Milikito has regresado a tu niñez...¡Ay! ¡Cómo añoras, sí, esas antiguas oficinas de telefonía! ¡Cómo echas en falta a ese funcionario seboso, aunque no te pusiera musiquillas, a no ser la de Un senyor damunt un ruc, a la que tenía especial afecto!

Porque a ese, a ese, gandul y sádico, por lo menos, le podías arrear, si se terciaba, un buen guantazo de tarde en tarde... Pero ¿y al 100X de los cataplines? ¿Qué hace uno con el 100X de los...? Suspiras y cierras el artículo. Porque te aguardan en una iglesia... No en vano - ¿lo recuerdan?- eres el padrino de los trillizos de la camarera...