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Es tradición histórica que en Menorca se creen y existan variadas asociaciones culturales cuya finalidad última ha sido siempre defender la identidad de la isla, recordar su historia y conservar su cultura. Pero el problema surge cuando las divergencias ideológicas tintan esas iniciativas y especialmente cuando algunos quieren apropiarse de la llamada «cultura propia». Son los que usan el color de su cristal para confeccionar un cocktail ideológico que les sirva como herramienta política para imponer una visión de la historia y conseguir unos réditos políticos a futuro.

Todos coincidiremos en la importancia que tuvo para nuestra isla la cultura troglodita, la presencia de Roma, la herencia musulmana, la conquista de la Corona de Aragón, las razzias de los piratas berberiscos en el siglo XVI, el asentamiento de la influencia española en el XVII, las dominaciones del siglo XVIII, la crisis económica del XIX, las diversas emigraciones o la Guerra Civil del siglo XX, etc. Pero cada uno de estos hechos pueden ser interpretados / recordados / explicados de diferentes maneras según la particular visión ideológica que se quiera aplicar.

Por ejemplo, para los llamados «nacionalistas» (en el fondo simples neocolonialistas) todo lo referido a cultura debe quedar detenido en 1287. Cualquier otra opción interpretativa / evolutiva es un «atentado» a «la» historia (a la concepción que ellos tienen de esa historia, naturalmente). Si otros defienden la influencia que los diversos acontecimientos históricos tuvieron en la cultura isleña (¿A quien debe más el actual carácter del menorquín, a 1287 o al XVIII?) son inmediatamente atacados y tachados de incultos dictando su condena al ostracismo.

En los últimos años ha habido varias iniciativas culturales que han desagradado a esos espíritus puros que se consideran ostentadores de una ridícula, por falsa, superioridad moral para repartir titulaciones culturales. Algunos ejemplos: La espléndida iniciativa de un grupo de voluntarios para evitar el derrumbe final de las construcciones de la Isla del Rey fueron obstaculizadas por los nacionalistas (incluso un cargo del PSM solicitó que, en lugar de rehabilitarlas, se demolieran): no querían señas identitarias que no fueran las de 1287. Otro ejemplo: La iniciativa de un meritorio grupo de mahoneses revestidos de la mayor buena voluntad y agrupados bajo el nombre de Iniciativa Cívica Mahonesa (ICM) cuya único deseo era mantener la cultura de los topónimos tradicionales, provocó la reacción airada de quienes interpretan la cultura bajo el prisma político de ese neocolonialismo y no bajo la tradición de la Historia.

Ahora existe un magnífico proyecto que ilusiona a muchos para reconstruir la muralla del Castillo de San Felipe en la entrada del puerto de Mahón (¿Para cuándo un reconocimiento municipal al Sr. Francisco Fornals por su aportación al estudio y conservación de nuestro puerto?). Pero es de temer que el lobby de los illuminati se oponga porque fue una construcción española. Otro ejemplo: Antes de Sant Antoni se presentará en Menorca una asociación (Foment Cultural) en defensa de nuestras modalidades lingüísticas baleares (históricamente aquí llamada menorquí) que se ha formado a nivel balear y que ya cuenta con una amplia organización (en breves días estará disponible la web) ¿No creen que esa nueva iniciativa cultural menorquina también será atacada por los de siempre?

Notas:
1- Exclusiva: El TIL no debe ser tan malo cuando ha inducido a la mismísima Tuni Allés y a Marc Pons a recibir clases de inglés en la Escuela de Adultos de Es Mercadal. Van por las tardes porque nunca es tarde para aprender.
2- Sant Climent se anima. Acaba de abrir un nuevo local: Es Cafè de sa Plaça (Tolo's) que junto con el clásico Casino, la tradicional Taverna, el eterno bar de Correos y Es pati de ca's bessò (expub) dan nueva vida al pueblo. La competencia siempre es buena.