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Hace un par de semanas recibí un correo de un vecino de Mahón, que a continuación transcribo: «Buenos días, José, perdón por la impertinencia de escribir por esta minucia. Vivo en Malbúger, lugar cuyo nombre completo es Jardins de Malbúger, o Malbuja, pero en todo caso jardines, que tienen una particularidad bastante extraña: los árboles desaparecen, y no solo eso, sino que se cubren de una gruesa capa de cemento los lugares donde estaban plantados. Estos árboles han desaparecido y están desapareciendo todos los días por los más diversos motivos: enfermedad, las raíces levantan las aceras, estorban el acceso a una cochera privada, derribados por golpes de los coches al aparcar, etc. pero, en todos los casos, nunca han sido replantados ni sustituidos, simplemente desaparecen, y, para evitar futuras tentaciones de plantar otros, se embaldosa la jardinera donde estaban plantados. Te sugiero un paseo por la zona y te sorprenderá, si no lo estás ya, que ni en una sola calle de la zona, se han replantado ni un solo árbol, solo desaparecen y en todas las calles faltan árboles.»

Contestación pertinente, dejé pasar el temporal de viento y lluvia y quedamos una tarde para la excursión mochilera con su agradable compañía. Efectivamente pude comprobar la realidad de su denuncia, además pudimos apreciar que una acera está intransitable, para el paso de peatones, a consecuencia de las farolas y árboles plantados en el centro de la misma.

Comprendo que se planificó mal en su momento, se sembraron árboles inadecuados que se han cargado las aceras, que no se reforzaron como toca, alguien hizo dinero fácil y deprisa y ahora se exige que con el dinero de todos se arregle el desaguisado que nos dejó ese alguien, aventajado alumno del coge el dinero y corre. A ése o esos pájaros y a quien consintió la obra mal hecha es al que habría que perseguir en vez de repetir la monótona crítica a los munícipes de turno, que se han encontrado con aceras y árboles en pie de guerra. Se lo puedo explicar así a mi corresponsal en Jardins de Malbúger, pero ¿lo entenderá?, ¿le interesará entenderlo? La estrofa: «arbolito, arbolito bajo tu sombra…», de la canción «Dos Arbolitos» de Vicente Fernández, me recordó a una señora que reivindicaba la siembra de árboles en Vía Ronda - detrás del Campo Santo -, qué puñetas, para que nos entendamos, en la acera del colesterol - ya que se trata de un circuito peatonal muy concurrido y la sombra de unos árboles sería muy agradable, principalmente en verano.

Recomiendo a la autoridad competente que en caso de tener en cuenta nuestra reivindicación y para evitar costes en adquisición, actúen como se ha hecho en la carretera de Mahón al Aeropuerto, que han trasplantado árboles adultos de otra zona de la Isla, al carril peatonal recién construido. Vatuadell cent llamps, si los siembran jovencitos y tenemos que esperar que crezcan, su sombra no la aprovechará nuestra generación. Como si lo viera…

La generación que nos precede, en vez de caminar se sentarán bajo su sombra -como la canción- para manipular sus jodidos móviles, auténticos comecocos.Teniendo en cuenta la edad de esta la señora y la mía, nos encantaría contemplarlos antes de ser inquilinos del Campo Santo.