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Son importantes para entrar en recuperación las acciones cooperativas entre las zonas económicas, al menos para España y que se alcance también el espíritu de consenso dentro de la Unión monetaria para estabilizar el euro y la fluidez crediticia de los bancos de la zona.

Los ciclos económicos intensos como el presente tienen un componente monetario y otro estructural con sus propios ciclos; el primero suele -debiera - ser corto y el segundo es de largo recorrido. El inicio de la crisis radica en la falta de dinero. El descenso de la durada de la última expansión puede invitar a pensar hipotéticamente que en la presente depresión actúa un ciclo de mayor calado que los ciclos Kontratieff, asemejándose a los que movieron las crisis del siglo II, del siglo VIII y del siglo XIV. Desde una visión optimista podríamos abrigar la esperanza de que cuando se estabilice el euro y el crédito bancario en la eurozona se inicie efectivamente la recuperación económica, activándose después en España medios que consoliden la recuperación mediante el impulso al crecimiento del PIB y del empleo.

España en los últimos movimientos cíclicos de su economía mostró una alta elasticidad respecto al crecimiento de la media europea; por tanto, además de darse aquellos supuestos, la recuperación económica española podría producirse rápidamente, aunque no sea previsible dadas las actuales circunstancias que se inicie antes de finales de 2014.

El predominio absoluto del sector servicios en el PIB español sugiere que es uno de los factores que puede contribuir a su nivel de elasticidad respecto al ritmo de crecimiento del PIB europeo en su conjunto, debido al alto grado de internacionalización de la economía española.

Finalmente también quiero recordar que desde 1992 rige el libre movimiento de capitales entre los países miembros de la Unión Europea y que España desde entonces fue un país receptor de capitales exteriores que mayoritariamente se dirigieron al sector terciario o a la construcción; de manera que los inversionistas extranjeros contribuyeron, en definitiva fue el libre mercado que contribuyó, a la configuración de la presente estructura económica de la España de hoy. Desafortunadamente desde principios de los años de 1980, la planificación indicativa quedó enterrada. Las inversiones públicas industriales fueron desplazadas por los efectos de las fuerzas mercantiles y en este ámbito predominó la desregulación insensata. La vuelta a las concepciones de Keynes podría ayudar a una recuperación.
La vuelta al nivel de empleo que hubo en España antes de la crisis es lo que más tardará en producirse. El ritmo de recuperación del mercado de trabajo podría alcanzarse relativamente pronto, pero la recuperación completa a niveles laborales satisfactorios es más complicada. Sobre el particular pesan variables que tienen que ver con el modelo de sociedad que se configure en España y en Europa, donde además influirán mucho los aspectos migratorios y los niveles de formación de la población activa.

Con todo lo dicho, insisto, que desde una perspectiva de optimismo fundado, la recuperación depende en gran parte de la estabilidad monetaria y de la fluidez del crédito dentro de la eurozona. Dicho todo lo anterior es fundamental un giro en la política económica del Banco Central Europeo y del gobierno de España para estimular la demanda de inversiones, fruto de innovaciones tecnológicas, que creen empleo según los mecanismos esenciales de la Teoría General de Keynes, siguiendo las pautas que enseñara el economista de Cambridge.

Asimismo es notorio que el futuro laboral de los desempleados actualmente en España les invita a que se preparen intelectualmente de modo adecuado con visión realista en el conocimiento y manejo de nuevas tecnologías, porque así los más jóvenes y más capacitados, tendrán mejores credenciales para poder incorporarse al mercado laboral, incluso en distintos países de la Unión Europea, en último recurso no deseado, donde la demanda del factor trabajo puede ser mayor y más dinámica que en España. Entre tanto, los agentes sociales a través del gobierno, mediante subvenciones al desempleo y con las ayudas de instituciones de entidades privadas, en particular de las familias, siguen actuando solidariamente, lo cual ennoblece a los españoles de a pie, haciendo lo que se puede hasta los límites que son carta de naturaleza en el mundo que vivimos. Es indudable que estas dramáticas experiencias abrirán nuevas pautas en la configuración del Estado, que surgirán como aparecieron ex novo al compás de transformaciones sociales acaecidas en anteriores grandes etapas históricas de la humanidad.

El gran problema de las sociedades contemporáneas ha sido pretender organizarse a favor sólo del individuo o sólo contra el individualismo. La crisis no está en la economía, sino en la política. Son dos actividades completamente distintas. La política encarrila la historia y la economía está condicionada por el curso y marco históricos. En el mundo de la Economía política hay que dar prioridad a la ética en los negocios frente a la estricta y relativa utilidad de los mismos.

Finalmente, si tuviera que dar una explicación uni-factorial de la crisis del presente encuentro la causa de la misma en la socavación, que arrancó en el siglo XVIII, del pensamiento realista crítico y que desde David Ricardo hasta las aportaciones de Alfred Marshall entretuvo a la ciencia económica en principios y argumentos artificiales, que supusieron una pérdida de más de cien años para el avance del análisis económico y social. Fue Keynes quién insufló de nuevo realismo crítico en la teoría económica.

La novedad ventajosa de la teoría de Keynes frente a los neoclásicos es, además, haber introducido en su análisis la importancia determinante de la innovación como variable independiente, lo cual dinamiza el sistema e incluso puede transformarlo paulatinamente, en cambio los economistas tradicionales se acomodan al sistema establecido y heredado de los políticos más conservadores del liberalismo.

Keynes con su enfoque innovador promueve la plenitud de la Economía política, por su ensamblaje humanista y de contenido social como fin principal. La ciencia económica tiene que avanzar en la objetiva medición de los diversos factores productivos donde intervienen elementos inmateriales de conocimientos tecnológicos de educación y cultura, que los sistemas convencionales de evaluación dejan fuera de cómputo; y sobre todo para proceder al alcance de ello en los procesos distributivos de la renta.