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A nadie se le escapa que la gastronomía más sublime del año y las Navidades van de la mano. Comemos lo mejor posible, y además solemos comer como quien entra en combate. Más de una vez tengo dicho en las páginas del Diari que el humano es el único ser vivo que puede comer sin hambre y beber sin sed, mas cuando ambas aberraciones suceden con irresponsable frecuencia, se está imprudentemente llamando a la puerta del colesterol, el ácido úrico y la obesidad. Camino asfaltado que conduce a las anomalías cardiovasculares. Por eso, comer sí, claro que sí. Y cuando se puede, hacerlo con el buen gusto de quien sabe disfrutar comiendo y con el plus de una exigente mesura, yo diría casi castrense.

Hace tiempo que tengo para mí como un código a seguir: el comer con mesura pero lo mejor posible, que es mucho mejor que comer sin orden ni concierto.
Un buen gastrónomo para nada será un comensal impulsivo y compulsivo, si no más bien selecto y cuando la ocasión y la razón le alcancen, será un comensal exquisito.

Las fiestas navideñas permiten aun en época de crisis, abrir la mano de la obligada mesura para seleccionar algunas viandas festivas, sin que el precio vaya a ser por eso oneroso. Por ejemplo, una pava o un buen pollo relleno de cuscussó como lo saben hacer algunas cocineras menorquinas. Tampoco queda mal medio corderillo al horno con una cama de patatas tiernas aromatizado con unas hebras de zafrán. Un brou amb carn de olla o unos calamares rellenos. En cuanto a la dulcería, ya les digo que no van a encontrar mejores dulces que los que se hacen en Menorca. Respecto al vino, naturalmente pueden encontrarlos mejores que los que se hacen en Menorca pero no son vinos de Menorca, no tienen el sentimiento de la tierra que los vio nacer, ni están trabajados por las manos de nuestros artesanos. Todo eso es una razón suficiente para justificar que estén en nuestra mesa, además tampoco andan huérfanos de puntuales méritos para acompañar con éxito la mejor mesa festiva de las navidades.

Debe ser por los alimentos de los que se nutren, que pescados y mariscos de Menorca acaban por tener unas calidades que no se encuentran en otras partes. Pescados y mariscos que llegan a la mesa con todas las posibilidades de convertir una comida en un extraordinario banquete.

Permítanme sólo un ruego para estos días festivos, especialmente para la juventud: prudencia y mesura con el alcohol. Una intoxicación etílica anula toda posibilidad de disfrutar una jornada festiva.