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El refrán asegura que «por la Pascua carne de cordero, por Navidad de gallinero». A mi padre le gustaba mucho la Navidad; decía que eran fiestas entrañables, todo el mundo estaba en casa y todo el mundo parecía creer en la ilusión y el amor. El mensaje que desplegaban los ángeles sobre el pesebre decía: «paz a los hombres de buena voluntad». Sin embargo creo que no he visto ninguna Navidad en que no hubiera guerra en una u otra parte del mundo. Para dar la razón al refrán mi padre criaba un capón en el patio de mi casa, un animalito orondo que llegaba a ser casi de la familia. Lo asaba mi madre, relleno de albóndigas, piñones y ciruelas y acompañado de patatitas tiernas, redondeadas, que había que pelar rascando y pringándose los dedos de marrón con la piel finísima que tenían:patateta tendra. Fritas y luego metidas en el horno con el jugo del asado estaban muy ricas, casi sabían mejor que la carne blanquísima del capón.

El turrón que tenía más medallas al mérito turronero era el de can Quelutxo, un confitero experto de Ses Voltes que tenía tanta fama que incluso enviábamos turrón a la Argentina metido en una cajita de hojalata que fabricaba el fontanero Pedrol. Puede que fuera el mejor turrón del mundo, pero también era el más duro, por algo se llamabatorró fort. Se requería tener buena dentadura para comerlo, o mucha paciencia para esperar a que se fuera fundiendo en la boca. Una vez mi padre me dio una barra para que se la regalara a don Cirilo, en el colegio Salesiano, que debió dar buena cuenta de ella sin más problemas, puesto que cuando regresamos de vacaciones de Navidad seguía riéndose con todos sus dientes intactos. Mi madre hacíacuscussó, con azúcar, almendra, manteca, migas de pan y frutas confitadas. Debe de ser una receta árabe, porque los árabes tenían azúcar ya en la Edad Media.

Hablando de la Edad Media, entonces el turrón era una masa de azúcar endurecido que contenía frutos secos y especies; el primertorróaparece en el «Libre de Sent Soví» y después en el «Libre de totes maneres de confits». Se hacían de avellanas y se llamaba avellanat, o de pistachos y se llamaba festugat, o de piñones y se llamaba pinyonat. Elmassapàaparece en los suntuosos banquetes de «Tirant lo Blanc», se elaboraba con almendras sobre una oblea -neula- de azúcar. En Barcelona, cuando en la misa del gallo se entonaba el Cant de la Silbil·la, habíaneulescolgando por encima de los fieles y se hacían caer para delicia de golosos y hambrientos.