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Comparte tu año. Así, la red social por excelencia, en la que damos rienda suelta al narcisismo y el cotilleo, nos invita al tradicional repaso de los acontecimientos que han marcado estos 365 días que hoy agotan sus hojas en el calendario. Ojalá esos resúmenes de fiestas, 'selfies' más o menos apañados, y actividades varias -hay quien narra segundo a segundo su existencia, desde el café de la mañana hasta el momento de envolverse entre las sábanas-, fueran un reflejo de la realidad. Lo cierto es que, con memoria selectiva de serie y por instinto de supervivencia, la mayor parte de nuestros momentos virtuales son felices o aparentan serlo. Muestran una visión parcial de un año 2013 que, en la vida real de muchos, debido al deterioro de la economía, ha sido de supervivencia, y de ahí las grandes esperanzas depositadas en un porcentaje, ese 0,20 por ciento que nos augura de crecimiento para 2014 el Fondo Monetario Internacional. Los empresarios no se atreven a hablar de recuperación -¡cuánto daño hicieron aquellos imaginarios brotes verdes!-, pero la intuyen, hay números que la sustentan, como el superávit del sector turístico o el aumento de las ventas del comercio minorista, con Baleares a la cabeza.

Y qué decir de los deseos de los trabajadores, cuando el mileurismo es historia, con un sueldo mínimo irrisorio, 645 euros frente a los 1.430 de Francia o 1.462 de Irlanda. O cuando la pobreza ha llamado a la puerta incluso de los que tienen empleo pero no pueden pagar las facturas. Sí, hay esperanzas de que a partir de mañana brille con más fuerza el sol, pero cuando éste lo haga debe calentar a todos, que se redistribuyan ganancias, no solo pérdidas; que se cree empleo estable y se devuelva el poder adquisitivo perdido. Solo así la economía podrá volver a coger fuelle, y además de dinero, se recuperará la dignidad.