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Los nombres son importantes porque acotan, caracterizan y personalizan al sustantivo que apostillan. Cuando decimos que en Menorca hablamos menorquín sabemos exactamente de qué se trata: de hablar la forma lingüística que nos caracteriza. Sabemos que quienes la usamos utilizamos nuestros artículos baleáricos (llamados salados), nuestros modismos, nuestras palabras específicas y únicas, nuestros tiempos verbales, nuestras expresiones, etc. Todo ello nos marca la personalidad que tenemos. Es nuestra forma de identificación, la que nos sirve para anunciar a otros quiénes somos y de dónde procedemos.

Hasta hace escasamente treinta años era impensable que nadie discutiese que, aquí en Menorca, hablábamos menorquín. Pero eso ha cambiado en los últimos tiempos. Concretamente desde la imposición de un Estatuto de Autonomía jamás votado por el pueblo sino por las castas políticas que se miraban, satisfechas, a su magnífico y bien remunerado ombligo. El resultado ha sido que desde hace años nos obligan a decir que hablamos en catalán. ¿Y por qué ese cambio? Pues por intereses puramente políticos (naturalmente de índole nacionalista). La consecuencia es que nuestra personalidad isleña ha quedado seriamente dañada al pretender sustituirnos una realidad histórica por ese interés político.

Así es incuestionable que los baleares hemos perdido personalidad cultural desde el inicio de la democracia porque algunos (remarquémoslo: algunos) decidieron que el ejercicio de esa democracia era indisoluble al uso de una forma lingüística que nos es ajena: eso nos ha empobrecido identitariamente. Pero como cantaba Bob Dylan en «The times they are a'changing»: Los tiempos están cambiando.

En Mallorca se ha creado recientemente la Fundación Jaume III dedicada específicamente a proteger, preservar y dignificar sus (nuestros) modismos lingüísticos locales. A finales de enero publicarán y difundirán masivamente un argumentario para que cualquier ciudadano pueda responder fácilmente y con respaldo histórico a todas las falacias esparcidas durante estas pasadas décadas (una evidente época de impunidades) que han venido haciendo mofa de nuestras tradiciones orales y escritas. Y ya en octubre, y compuesta por conocidos filólogos, publicarán una gramática coherente con nuestra realidad isleña que propondrán oficialmente como libro de cabecera para los colegios de Baleares (Después, se tendrá que completar con los apéndices que correspondan a las peculiaridades de Menorca e Ibiza).

Paralelamente también se ha fundado Foment Cultural de ses Illes Balears, que nace desde la mas básica sociedad civil balear. Auspiciada desde la joven revista «Toc-Toc» (ejemplo vivo de protección de nuestros modismos) reúne a estudiantes y profesionales diversos que no están dispuestos a ver pasar, impasibles, el cortejo fúnebre de las tradiciones que heredamos de nuestros antepasados.

Es Foment Cultural se presentará en Menorca este próximo viernes día 3 de enero, a las 8 de la tarde, en el Ateneo de Mahón. El acto, de 45 minutos de duración y presentado y conducido por conocidos locutores, contará con soporte audiovisual y con la participación de hasta una decena de personas procedentes de todas las Baleares que, de forma amena, dinámica y atractiva, presentaran el Foment Cultural en sociedad después de muchos meses de trabajo previo. A esta presentación menorquina seguirá la de Ibiza (en el Casino, a finales de enero) y culminará con la de Palma de Mallorca (en febrero-marzo). Todos los que amen nuestros modismos locales y nuestras tradiciones orales y escritas están invitados.

Nota:
-Lo nunca visto: los famosos y elitistas almacenes La Rinascente de la Piazza del Duomo de Milán ofrecen descuentos de hasta un 50% en plena campaña navideña. ¡Crisis, crisis, crisis!

- Esta columna nunca se ha opuesto a que en Catalunya se proteja su lengua regional (aunque sin avasallar los derechos de otros ciudadanos), pero siempre ha defendido que en Menorca debemos proteger nuestra modalidad específica, nuestro menorquín.