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Los augurios que se aventuran vaticinan que 2014 será el año de la recuperación, es decir, de la creación de empleo y de la reducción del paro. La causa: la benemérita acción del gobierno y su reforma laboral que, se nos dice, agiliza la contratación. Las patronales ponen su grano de arena a ese beneplácito: vamos por buen camino, asevera la CEOE, ya que los beneficios repuntan de nuevo. Resulta convincente y mediática la tesis positiva: como siempre, existen datos que rubrican tales conclusiones. Sin embargo, hay otras variables que contrastan una impresión tan conformista, y que marcarán la evolución de 2014. Veamos algunos. Y anoten que esta es también la España del PP, la España de Rajoy:

1. La caída de los salarios. Su reducción ha sido patente en 2013, y los costes salariales han bajado de forma consecutiva los últimos cuatro trimestres. Las estadísticas del INE señalan que esto no se había visto nunca, desde que existen series históricas al respecto. Mientras tanto, la congelación salarial afecta a una tercera parte de los empleados. A todo ello, las patronales hoteleras reclaman todavía más contención salarial, y Juan Rosell, presidente de la CEOE, generoso como es, preconiza que en 2015 (no en 2014) los salarios podrían subir... un 0,6%.

2. El aumento de la desigualdad. Causada por dos motivos esenciales. Primero: porque los ajustes salariales afectan, esencialmente, a trabajadores que ya tienen sueldos muy bajos, de forma que se acrecienta la disparidad de rentas. A su vez, la reforma laboral implementa la precariedad en los contratos de trabajo y la escasez de los de larga duración. Segundo: los recortes draconianos en los servicios públicos y en las prestaciones sociales comportan la pauperización de los colectivos más vulnerables y la pérdida de derechos de la clase media y de la clase trabajadora. Esta austeridad competitiva, obsesionada con la ortodoxia fiscal, desmantela sin cuartel los logros sanitarios, educativos y laborales alcanzados durante los últimos cien años.

3. El desplome de la renta. La convergencia con Europa se aleja: hemos pasado de estar en la media de PIB per cápita en la legislatura anterior a situarnos cuatro puntos por debajo de esa media, según datos recientes de Eurostat (de 100 a 96 entre 2009 y 2012). Más claro: volvemos a cifras de 1998, de manera que retrocedemos ¡catorce años! (tan sólo Grecia, Italia e Irlanda conocen pérdidas más profundas). Este regreso al pasado excita a estos jóvenes neoconservadores, añoradizos de tiempos de casullas, inciensos, órdenes represivas y desigualdades: recuerden que la reciente ley sobre el aborto también nos devuelve treinta años atrás.

4. Aumento de la deuda pública y del déficit, a pesar de todos los sacrificios que se han aplicado a la población. El PP, que llegó al poder prometiéndolo todo, también preconizó que reduciría la deuda y el déficit sin coste social alguno. Otra mentira más a un electorado que, espero, tome buena nota. Banco de España: estamos al 93% de ratio de deuda sobre PIB, en un proceso in crescendo. ¿Quién lidera en la esfera autonómica ese proceso? Baleares, que friega el 24% de deuda sobre PIB (en mayo de 2011 no llegaba al 20%). ¿Herencias recibidas? No crean esta patraña recurrente de un PP que no sabe qué hacer, y que se remite al pasado para tapar su ineptitud y sus propias vergüenzas.
Estamos ante una economía dual: para un sector social minoritario, la crisis terminó hace tiempo; pero para la mayoría de la población española el año próximo, por desgracia, no será el de la salida del túnel. El Estado del Bienestar revienta sus costuras sobre las bases que he expuesto. Nadie sabe el futuro. Pero tengo la certeza de que la situación no se resolverá con discursos almibarados y publicitados por palestras interesadas, que sólo ven la parte minoritaria de ese dualismo económico. Pero que acallan una durísima realidad, de incierta resolución, de la mayoría social.