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"Un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña, como veía que no se movía…" ¡Pum! Y ya no pasa nada. Desde este mismo lunes hasta el viernes la agenda monárquica está llena de actos. Todo vuelve a la normalidad. Ha cumplido: ha entrado y salido con la sonrisa de una enamorada de su príncipe de medio pelo.

La niña infanta que imputada por blanqueo de dinero y fraude fiscal, cosa seria para ir enseñando los dientes, vuelve a casa de papá para consolarse. Está tan enamorada Cristina que todo el muerto se lo endiña a su marido. Supongamos que ha dicho la verdad que no sabía nada, me pregunto: Ahora que lo sabes ¿cómo puedes vivir bajo el mismo techo con un persona que ha engañado y presuntamente robado?» ¡Ah! es que además es sumisa. ¡Perfecto! Tenemos a una mujer preparada que trabaja para una entidad financiera como La Caixa. Y también me pregunto ¿qué hace allí? ¿maneja cuentas o solo hace el papel de mujer florero y cobra por ello?

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No entiendo nada. Solo tengo la sensación de que se han reído en mi cara como ciudadana, con la que está cayendo en la calle. Y me ha irritado su declaración como mujer que soy. Una mujer prerada como ella, no cuela que haga ver que su pareja se la ha colado. Eso es no tener vergüenza, lo que se dice una persona sin vergüenza. Con todo lo que se ha destapado, no hay pudor y toda la familia real a lucir en los actos. Un padre que tiene presuntamente amante. Una madre que presuntamente consiente, y finge ante la audiencia para que no la aparten del trono. Unos hijos que elijen consorte a cuál más serio. El importante que elije a una que va de quirófano en quirófano y tira porque me toca. Otra porque está enamorada de su marido y no ve más allá de sus ojos azules. Y la otra que tuvo que poner punto final a las malas prácticas saludables supuestamente del noble.

Y me vuelvo a preguntar ¿esto es lo que quiere la democracia española? ¿no estamos lo suficientemente maduros y escarmentados para ser una Francia, Alemania, Italia…? ¡Ah!, entiendo, es que después viene el sentimiento español, como unión de país y aquí volvemos a perder aceite. Entonces, claro, no queda más remedio que aceptar al Príncipe Felipe, Rey, como persona de compañía de un país. Si es que todavía somos un país, que también me lo pregunto. Crisis, paro, corrupción, subida del IVA, sanidad y educación se venden…