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Para los orientales, más concretamente los chinos estamos en el año del caballo. Y antes de que ellos dijeran que cambiaban serpiente por un pura sangre se me había metido entre ceja y ceja este animal. Solo veo caballos, en decoración, en arte, … Y me digo ¡anda! si Menorca es la Isla de los Caballos. Sus fiestas patronales son su buque insignia. Fíjate que buena marca. Cierro los ojos y me invento un cuento: cada municipio tiene su propia policía montada, como en otras ciudades como Valencia, Madrid. Que en Ciutadella, por sus condiciones topográficas, hubiera carruajes en verano para pasear por ciudad y alrededores, como en Sevilla. Donde algunas tiendas -como si se tratara del toro osborne shop- vendieran merchandising de caballos (peluches, llaveros,…). Como tiendas dedicadas a la equitación. Donde se hicieran campeonatos de caballos y pudiera venir la hija amazona de Amancio Ortega, y ciertos colegas de la profesión. Ingresos tendría la isla desde luego. Que en el Camí de Cavalls -respetando el medio ambiente- los payeses pudieran recibir excursionistas y alojarlos en boyeras, caballerizas acondicionadas. Que en los paseos a caballo (por campo y cerca del  mar) tuvieras al finalizar un tentempié o picnic típico menorquín. Algún restaurante especializado en hacer carne de caballo como los hay en ciertos pueblos de Valencia. Museos y observatorios dedicados al caballo. Terapias con caballos para personas con ciertas deficiencias o ejecutivos para desestresarse. En mi cuento se generaría un movimiento beneficioso para la Isla, económico. Mueves gastronomía del payés; de nuestros restauradores y hosteleros. De las tiendas. Dejamos de ser una isla estacional y generamos demanda de billetes, para que las compañías aéreas se acuerden de nosotros. Y los barcos ofrecerían el traslado de los equinos. Habría más tráfico comunicativo con la península. Seríamos sobre todo una isla balear con marca propia, que nos distingue de todas, de Mallorca y Eivissa. Y eso motivaría a que se hicieran otras cosas como el deporte, arte, cultura, joyería artesana, los monumentos talayóticos, fiestas patronales, vender sensaciones: de tranquilidad, desconexión, tiempo… Es mi cuento que no dejo de soñar. Llevado a la realidad tendría que ser un sentir de todos a una, con respeto a la isla pero avanzando en un proyecto transversal.  Seguro que habrán más cuentos de otras personas soñadoras. Lo único que sé es que los cuentos, los sueños hay que materializarlos y trabajarlos con consenso pero hay que hacerlo ya. Me ofrezco para ayudar.