TW

La verdad es que prefiero no ser jurado de un premio literario, pero alguna vez me ha tocado. Estos días, concretamente, he tenido que juzgar las redacciones en catalán y castellano del premio Coca-Cola para escolares de Menorca y los trabajos de narrativa, también en catalán y castellano, del premio Menorca de narración y del de poesía. El premio Coca-Cola tiene la ventaja de que divide en dos apartados el concurso, uno para cada lengua, y además existe un comité previo de selección, de modo que el jurado sólo tiene que leer 12 redacciones en cada caso. El premio Menorca, por el contrario, no realiza ninguna selección previa, lo cual significa leer más de 80 originales, algunos de unas 8 páginas, en castellano, catalán, narrativa y poesía; para colmo el premio permite que algunos autores concursen con más de un trabajo, como si de un premio de lotería se tratase. Déjenme decirles que ningún miembro del jurado tiene preponderancia sobre otro. Cada uno pone nota a los trabajos, se suman las notas y se obtiene el ganador. Pura matemática. De modo que nadie puede achacar el éxito o fracaso de su obra al favoritismo o al veto de un miembro del jurado. Los trabajos, por otro lado, llegan con seudónimo.

Noticias relacionadas

Muchas veces me han preguntado si los premios son necesarios en nuestro país. Yo suelo decir que sí, simplemente porque no existe un mercado de lectores suficiente como para que la gente pase de los premios, que son un reclamo publicitario. Todavía hoy resulta difícil vender más de mil ejemplares de un libro. Lo dijo nada menos que Gabriel García Márquez; dijo que antes de «Cien años de soledad» solía vender mil ejemplares de cada título que publicaba. Comprenderán que ni todos los autores pueden tener la suerte de componer un libro estrella como el del autor colombiano ni todos los editores pueden sobrevivir vendiendo mil ejemplares o menos, las más de las veces menos. Un premio literario llega a más de mil oídos, incluso puede multiplicarse el número de oídos si el premio tiene mucho empaque. Lo que pasa entre nosotros es que la gente lee de oído, quiero decir que son muchos los que no tienen costumbre de leer, de otro modo no se explica que a mí me pregunten a veces si todavía escribo, publicando aproximadamente un título por año. Lo cierto es que la gente no se entera de uno más que cuando le dan un premio. Dicho de otra manera, a los que preguntan si todavía escribes tendría que decirles: ¿y tú, todavía lees, o es que no has leído en toda tu vida?