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Hay temas que son cíclicos pero que sin duda alguna nos podíamos ahorrar. La humanidad no necesita que cada Navidad algún reportero de televisión se congele la nariz o reciba bolazos de nieve para mostrarnos el frio que hace en diciembre, de verdad que no. La humanidad tampoco necesita escuchar las promesas de los políticos en cada campaña electoral, de verdad que no hace falta, se puede vivir sin tanta mentira. Acabo con un último ejemplo, quizás el más hiriente, la humanidad se podría ahorrar el posado veraniego anual de Ana Obregón en alguna playa, ojala que encuentre pronto alguien que la quiera de verdad y nos libre del espectáculo.

Y precisamente es al principio del verano donde se produce un hecho no por repetido menos llamativo, hablamos, queridos lectores, de la operación bikini.

La presión social y mediática es tan fuerte que cuando el calor empieza a apretar, y la tela gastada en ropa es menor, entran los sudores de la angustia porque las carnes se ven fofas o sobradas de tejido adiposo. Es cierto que la presión en las mujeres es aún mayor, pero los hombres han entrado en la rueda maldita y algunos aspiran a tener unos abdominales como los del expresidente Aznar, machacarse en el gimnasio, correr sin parar y una deliciosa dieta de batidos de proteína y pollo a la plancha, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que el six pack del alcalde consorte de Madrid va bien.

Y dentro de esta obsesión enfermiza por el culto al cuerpo nos olvidamos de la salud y lo sacrificamos todo en el altar de la estética, y en este contexto de locura, esperamos que transitoria, aparecen las llamadas dietas milagro, que en realidad se deberían llamar: «dietas que pueden que te hagan perder peso, pero que tienen más peligro para tu salud que jugar todos los sábados por la noche a la ruleta rusa», el nombre ha quedado un poco largo pero creemos que es más realista.

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La lista es interminable: la dieta del pomelo que consiste básicamente en beber zumo de pomelo hasta que se te quede la cara como a Isabel Preysler, es decir que parezcas más joven que tus propios hijos, eso da un poco de grima ¿no? La dieta de los puntos, la dieta disasociada, la dieta de la alcachofa, la dieta Montignac, la dieta de del grupo sanguíneo y un largo etc. ¿Cómo se le queda el cuerpo?, supongo que mal escuchando tanta majadería.

Incluso hay una dieta llamada la antidieta que es el colmo del suicidio nutricional y otra que se llama la dieta del Gourmet que consiste básicamente en morirte de hambre comiendo platos minúsculos de alta cocina, yo no sé dónde irán los adipocitos de esta gente, pero sus neuronas hace tiempo que se fueron a la playa a posar junto a la bióloga.

Dicen que con el tiempo la personas se «ajamonan» o se «amojaman», ya saben eso tan popular de elegir entre culo y cara, que cada cual elija, pero parece ser que algunos médicos ya han estudiado la ventajas de un ligero sobrepeso cuando se va entrado en eso que llaman cursimente el otoño de la vida. No nos volvamos locos, dicen ligero sobrepeso, no la dieta de la sobrasada con ensaimada y chupito de gin para desayunar.

Los referentes son tan irreales como un unicornio azul o un banquero honrado, los modelos de belleza que aparecen en los medios de comunicación solo existen en la mente de algún loco con complejo de Adonis. La sociedad se polariza en todos los aspectos, ricos muy ricos, pobres muy pobres, extrema delgadez u obesidad mórbida. Somos así de ansiosos, o todo o nada y así nos va.

conderechoareplicamenorca@gmail.com