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JUEVES, 5
Me paso buena parte de la jornada contestando e-mails de amigos y lectores que tienen la deferencia de celebrar mis bodas de oro con el articulismo. Acude a mi cabeza la frase del astronauta Amstrong cuando, al pisar la Luna, dijo aquello de «un pequeño paso para un hombre, un gran paso para la humanidad», porque aquí ocurre lo contrario: llegar a cumplir cincuenta años emborronando periódicos es absolutamente desdeñable para la humanidad, pero es un paso enorme para quien cifró desde un principio todos sus afanes extra profesionales en explicar su visión del mundo y, lo más difícil, tratar de explicarse.

VIERNES, 6
Los más sesudos comentaristas se congratulan por la real abdicación. Sin embargo uno siempre había creído que en tiempos revueltos es mejor no hacer mudanzas y éste no parece un momento especialmente tranquilo: crisis económica y social, crisis política en la que se tambalean los dos grandes partidos en un ambiente de desafección general por las instituciones y emergencia de populismos, y una crisis territorial cada vez más enconada…
Por otra parte, soy de los que piensan que dado nuestro escasamente brillante historial republicano y nuestras tendencias cainitas, la fórmula de monarquía republicana no es una mala solución. Pero hay que insistir en que sea una institución cuasi republicana y por tanto, chirrían desde el principio tantos oropeles, tanta palabrería y gestualidad, como si estuviéramos hablando de algo mágico e intangible mientras en la calle bulle un republicanismo entre indignado y festivo.

Si Felipe VI no atisba este divorcio, patente estos días, entre el conglomerado político-periodístico (toda la prensa nacional ha entrado a saco en defensa de la monarquía) y un pueblo llano machacado por la crisis y harto de ineficiencia, corrupción y palabrería, el cambio generacional que propugna su padre puede convertirse en un tsunami institucional que le arrastre hacia el sumidero de la historia. Si por el contrario acierta a conectar con la realidad, bien hallada sea de nuevo la realeza, y dediquémonos a debates más sustanciales que esa rancia dicotomía monarquía o república…

…Y no ha sido mala idea empezar por suprimir el Te Deum de la proclamación, en una loable decisión a favor de la neutralidad religiosa, y de paso evitarnos el bochorno de la consabida soflama calenturienta de monseñor Rouco.

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SÁBADO, 7
Tradicional jornada migjornera en los Hortals. Este vez no puede acudir Ponç Pons, de gira literaria fuera de la isla y, en pleno aquelarre gastronómico de tordos y paella, tengo que lidiar a mi derecha con el compungido colchonero Mario Delgado aún con flatulencias después de la final de la Champions y, lo más delicado, a mi izquierda con el aún eufórico Josep Triay, sabiamente contenido por su mujer y eminente gastrónoma, Magdalena, quien tras arduas negociaciones, logra impedir la instalación de una pancarta conmemorativa…
Inés permanece ajena al drama montando al poney Titus. Bendita inocencia.

DOMINGO, 8
JC Ortego enaltece en «Es Diari» mis cincuenta años de articulista, otorgándoles mucho más mérito que a las diez copas del Real. Hombre, más que las seis primeras en blanco y negro, sí, por supuesto, en aquellos tiempos el equipo blanco tenía estatus diplomático y no había quien le tosiera. En cualquier caso, gracias, Juanca por el reconocimiento.

LUNES, 9
Recibo una felicitación oficial del Ateneo por mis bodas de oro periodísticas. Menos mal que una de las dos entidades que han conformado mi andadura cultural de cinco décadas me hace saber que valora mi trayectoria y comparte mi satisfacción. Gracias, presidenta. Y es que todos tenemos nuestro corazoncito.

MARTES, 10
Mientras correteo por el jardín con Tronya y Allen (¡cómo resiste la ancianita!) escucho a la presidenta andaluza Susana Díaz. Me interesa especialmente una reflexión cuando le preguntan por «la casta», la misma, responde ella con tino, que ha traído la democracia a España y permitido que una hija y nieta de fontaneros como ella (imposible no recordar al ministro franquista José Solís Ruiz y su antológico «soy hijo y nieto de labradores») haya podido estudiar y labrarse una carrera política, la misma «casta», en fin, que prefiere reformar el sistema desde dentro que vender humo…

MIÉRCOLES, 11
El calor sofocante me arrastra hacia el ullastre; la política gallinácea y farandulera me empuja hacia la literatura liberadora (James Salter : «Todo lo que hay!); Inés me llama desde la piscina; Tronya y Allen bostezan. La resaca de las bodas de oro me impone la reflexión: ¿seguir o no seguir?, ¿repetirse o callar? Entro en período sabático. Feliz verano a todos.