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Mire –dijo Manolo-, lo que usted llama corrientes espirituales no son más que un canto de sirena originado por alguna patología, una endeblez o por el miedo que meten en el cuerpo los curas en la niñez.

-Aporta pruebas- invitó a su vez Juan.

-Pues...esta vez personalizaré –expuso Maravillas-. Usted, Manolo, en su juventud, verdad, seguro que fumar y beber le gustaba... Pero ahora, ¿le gusta?

-Cada vez más.

-Cierto. Pero también es cierto que, más pronto o más tarde, su ilusión será, mire por dónde, todo lo contrario: no fumar y no beber... Y la disensión que hay entre el gusto y la ilusión genera un sentimiento de impotencia, de frustración y por lo tanto de culpa. Lo que pasa es que mientras en el cuerpo tenemos una prueba palpable por el deterioro de los pulmones y del hígado, en el espíritu no la tenemos...

-Mire, lo que usted está proponiendo, subrepticiamente, es que dejemos de hacer lo que nos gusta y nos pasemos la vida haciendo lo que no nos gusta, esperando la muerte. Usted nos quitará, además de fumar, joder, jugar a cartas, beber, ¡hasta comer! Usted nos lo quitará todo...usted es peor que, nosotros, los médicos -rió Manolo, encendiendo un cigarrillo.

-...Usted puede joder, jugar a cartas, beber, fumar y comer según Dios... Es decir, los productos terrenales se deben comer con el cubierto celestial, no con las manos.

-Pero, ¡por favor!...¡¿Dios?!...¡¿quién es Dios?!

-Usted... Es usted quien se veta, cuando sube al consciente la preferencia de la ilusión por el gusto...¡Y sube a todos, sin excepción!

-Mire, usted piensa demasiado y ¡yo quiero vivir, no pensar!

-...Espléndida frase lapidaría –apuntó Maravillas- pero que analizada es la antítesis de la misma Vida. De todos modos, usted no debe pensar, sino actuar. Cuando crea usted que debe mejorar su hígado, sus pulmones, su carácter o sus actos, pues mejórelos...porque es usted mismo quien lo anhela...Es esto, nada más.

-Hay sin embargo otras circunstancias, otras razones, que juegan un papel fundamental en el individuo -señaló Juan-. ¿Dónde aparcas tú, por ejemplo, la genética, la educación, el entorno...?

-Esto es el hándicap... Unos lo tienen alto y otros, bajo, pero el mecanismo es el mismo para todas las personas, hombres o mujeres, sin excepción.

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Un día u otro, todo mecanismo requiere por el mal uso el cambio de algunas piezas. El mecanismo humano no es distinto... La crisis de los 50 se da,... si no se cambian.


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