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Ustedes saben, queridos lectores, que los que manejan el cotarro nos cuelan, o nos intentan colar, las mentiras que les benefician como si fueran axiomas irrefutables, como si fueran verdades absolutas. Una de las que más daño ha hecho en los últimos tiempos, y que repiten machaconamente una y otra vez, es la llamada «cultura del esfuerzo».

Nos sueltan, sin pestañear, que el que se lo curra, el que se esfuerza, el que pelea y no se rinde nunca, el que trabaja más que duerme y se tatúa una sonrisa idiota en su cara, obtendrá una vida de reconocimiento y gratitud por parte del resto de la sociedad, y vivirá de forma desahogada y feliz. Este principio es más falso que la portada de la revista «Hola» donde aparecen Carmen Martínez Bordiu e Isabel Presley, vaya dos referentes por cierto, en dicha portada al que maneja el photoshop se le fue la mano tres pueblos y las protagonistas parecen sus nietas.

Los voceros oficiales actúan como animadores de ferias de barracas para publicitar sus mentiras: «Pasen y vean, señoras y señores, Fulanito Donnadie trabajó veinte horas al día y ahora es dueño de un gran imperio. Juanito Metegoles vivía en una chabola y ahora posea casa en los cinco continentes. Pasen y disfruten del sueño de la cultura del esfuerzo, el sistema funciona». Y un carajo, ellos ponen la zanahoria y pretenden que ejerzamos de burros.

Las excepciones, muy meritorias, les aguanta todo el discurso, Pero lo cierto es que el sacrifico y el trabajo no tiene la recompensan que se merecen, y que las casas de los ricos serán habitadas por los hijos de los ricos, y por los nietos de los ricos. Los que se forran suelen ser vagos con cara de cemento que medran y trepan al ritmo de una comisión, un chanchullo, un desfalco, un timo piramidal, un explotar personas en condiciones inmundas, o cualquier otra estratagema que les de pasta gansa sin sudar. Ganaran su pan, y su yate, con el sudor de tu frente.

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Si no me creen repasen los apellidos de los que están en las grandes corporaciones que manejan este planetilla llamado Tierra, desde las castas de la India hasta los terratenientes de Sudamérica, la pasta se mueve en las manos de los mismos de siempre. El último ejemplo patrio que tenemos es la nueva presidenta del banco de color rojo, si quieren publicidad que la paguen. Que me expliquen si ha llegado al puesto por mérito y capacidad partiendo de cero y compitiendo en justa lucha con otros candidatos, o sencillamente porque es la hija del difunto Emilio Botín Sanz de Sautuola y García de los Ríos, amo y señor del tema, que a su vez lo heredó de su padre, así se mantiene una dinastía.

El que se parte el pecho para conseguir algo material puede llegar a ser un buen profesional, o un buen pequeño o mediano empresario. A partir de ahí, o vendes tu alma al mejor postor, o te frenas en seco, no va más. Las cuentas en Suiza no salen del esfuerzo y el sacrifico, créanme que no.

Son bastante sibilinos: «Esfuérzate, sacrifícate, curra como una mula, para que nosotros sigamos viviendo de lujo. Y no desesperes, que de vez en cuando uno entre millones entrará en nuestro reino para que nadie pierda la fe. Somos los reyes del escaqueo.»

Esforzarse por ser un buen tipo, al menos intentarlo, por cuidar a familia y amigos, por intentar no fastidiar a nadie, e incluso echar un mano cuando se pueda, merece la pena, eso es la vida. El otro esfuerzo, el dirigido a tenernos ocupados, temerosos y serviles se lo pueden comer con patatas, o con caviar, que algunos van de hociquito fino.

conderechoareplicamenorca@gmail.com