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Este título me suena. Y justamente ha llegado octubre del año 2014 d.C. Dijo Heráclito (544 a 484 a.C.) que «los buscadores de oro cavan mucho y hallan poco». En el instituto nos explicaban la historia de la filosofía, contraponiendo a Heráclito y Parménides. Era la lucha eterna entre lo que cambia y lo que permanece. Entre las impresiones fugaces de los sentidos, que a veces provocan angustia; y las verdades inmutables de la razón, que dan tranquilidad y nos permiten rozar la inmortalidad. Dos y dos son cuatro, aquí y en la China Popular. Esto no va a cambiar aunque, por otro lado, las cosas ya no son lo que eran. Ahora tienes pelo; ahora se te ha caído. Lo perecedero, fugaz, fluctuante, nos arrastra por aguas turbulentas hasta desembocar en el mar, que es el morir.

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Ante el avance inexorable de la historia, los individuos caen como moscas. No es una historia con final feliz. Algunos simplemente estaban allí y se los llevó la corriente. Cada vida es única, preciosa, irrepetible... pero procura que no te pille un tsunami mientras te das un baño relajante en la playa. Los líderes nos encandilan (si nos dejamos) para llevarnos al sacrificio. Las guerras no se acabarán, si nosotros no cambiamos. Vicente va donde va la gente, porque cansa remontar el río y nadar contracorriente. Entre la opinión pública y la opinión privada, suele perder esta última.

En general, si quieres encontrar oro, prepárate para cavar.