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Hace escasamente quince días Podemos, el partido político que dio la sorpresa en las últimas elecciones europeas -la iniciativa ciudadana, como prefiere definirse-, intentaba formar una estructura insular. Inmersos en pleno debate organizativo, finalmente las personas que simpatizan con esta propuesta decidieron posponer la creación de ese Podemos insular y trabajar para constituir y consolidar los círculos locales, ya que de momento no están presentes en todos los pueblos, solo en cuatro. El último paso ha sido constituir formalmente la plataforma de Ciutadella, de la que intentó surgir Podemos Menorca antes de la asamblea de Es Mercadal.

Y mientras todo esto sucede en la isla, en Madrid la Asamblea Ciudadana «Sí se Puede» desarrolla el proceso para la designación, en noviembre, de las personas que ocuparán los cargos de responsabilidad de la estructura estatal. Además, el líder y eurodiputado Pablo Iglesias no está seguro de si deben quemar cartuchos en las próximas elecciones municipales y autonómicas de 2015.

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El hipotético escenario postelectoral no se podía presentar mejor para un partido novel como este: los primeros sondeos, el realizado por el IBES concretamente, le otorga nada menos que la llave para inclinar la balanza hacia la izquierda en el Consell. Ya se sabe que las encuestas no son la Biblia, pero parece que los electores de izquierdas estén deseando contar con la papeleta de Podemos para depositarla en las urnas. Al margen de si pactarían o no con partidos a los que han denostado -solo por expulsar al PP-, o de si tienen programa para gestionar el día a día municipal e insular, la situación que se plantea es muy curiosa.

Para ganar hay que tener votantes pero sobre todo candidatos, una estructura fuerte y organizada, o de lo contrario se corre el riesgo de morir de éxito o, como bien apunta el dicho menorquín, de «passar s'arada davant es bou».