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Gozar en la vida consiste en buena medida en deleitarse con el trabajo. Sentir pasión por las tareas cotidianas es un privilegio, sin embargo, al alcance de pocas personas. Diría que transformar lo mismo en algo distinto, novedoso, es como levantarse por la mañana con una varita mágica en la mano. Debe ser maravilloso que predomine siempre la ilusión por alcanzar cotas que orlen la perfección. En fin, el deseo de superar los propios conocimientos, y su posterior realización, determina un salto de calidad en el agraciado que trasciende de manera inequívoca a los demás.

Bosco Marqués, durante muchos años director de este periódico, ha sido un hombre enamorado de su profesión. A su valía como persona le sumó entrega y pasión por su labor, absorbente y machacona, de ofrecernos a diario las noticias locales, nacionales e internacionales tanto políticas, sociales como deportivas.

Cada día daba a luz un ser nuevo de papel tras una brega de denodadas reflexiones, valorando la importancia y la incidencia de las crónicas puntuales, procurando ser equitativo, según las líneas de la editorial, con todos nosotros, verdad, tan diferentes. ¡Cada día! ¡Hasta en domingo! Y nunca paría Bosco un feto. Fecundaba hijos siempre más hermosos. «Es Diari», antes de llegar él a su dirección, era un bebé canijo y poco a poco fue absorbiendo peso, hasta alcanzar la entidad actual, la misma entidad que tiene uno de nivel nacional.

Pero el trabajo tiene también su cruz para los elegidos. Entrar a formar parte de un equipo laboral y desenvolverse en él siempre de manera grata, roza la utopía. La fauna humana, tarde o temprano, malea el ambiente en casi todas las empresas. La aparición de los híbridos es por desgracia uno de los males que colman las salas de espera de los psiquiatras con depresiones y ansiedades.

Además, también, en el trabajo, las naturalezas deben ser afines y los temperamentos moderados para que no se den enfrentamientos cuando los astros chocan o los biorritmos no están en forma. Es decir, habitar en un mundo donde todos se sientan como verdaderos amigos, como verdaderos hermanos, es quimérico.

A buen seguro Bosco ha topado alguna vez a lo largo de su longeva vida profesional con un asno, un zorro, un águila o un pavo real. Nadie queda exento de la agresión zoológica.

Lo que sí les puedo asegurar es que Bosco Marqués ha sido en todo momento una persona, además de valiosa, íntegra y solidaria.

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