La adoración de los magos representada en la catacumba de Priscila en Roma

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Si miramos un belén y luego leemos la historia del nacimiento de Jesús en el Nuevo Testamento notaremos un gran contraste entre la simplicidad de la historia y lo complicados detalles que podemos ver en el belén. Los belenes han acumulado una gran cantidad de tradiciones que son difíciles de identificar en la versión bíblica del nacimiento de Jesús.

Sería muy largo y complicado ir a través de cada una de la tradiciones que han crecido con el tiempo, pero sí podemos fijarnos en un detalle, los Reyes Magos. Ellos son una parte muy importante de cualquier belén y aparecen los tres bien identificados por ciertas características faciales y todos adornados con sus regias ropas. Con una mirada sabemos quiénes son Melchor, Gaspar y Baltasar, no hay duda.

La adoración de los magos representada en la catacumba de Priscila en Roma

Ahora bien, si volvemos nuestra mirada a los evangelios, no encontramos traza de esos nombres. De los cuatro evangelios, solo dos traen descripciones del nacimiento de Jesús y solo en uno, el evangelio según Mateo, hay la historia de la adoración de los magos. Pero Mateo no nos dice nada sobre los nombres de los magos, ni dice que sean reyes, ni siquiera dice que sean tres. Tampoco menciona ni establo ni pesebre y sitúa la historia en una casa de Belén. Además la orden que dio Herodes de matar a los niños menores de dos años indica que el niño no era un recién nacido.

El evangelio de Mateo, escrito originalmente en griego, usa la palabra magi para describir estos personajes. Esta palabra se puede traducir como sabio o astrólogo y así es como se les conoce en los países protestantes, los tres hombres sabios. El tipo de sabio a que se refiere, probablemente de origen persa, también podía a veces practicar magia.

Tradiciones de los primeros siglos después de Cristo dan distinto número de magos. Aparte de algunos decir que fueron tres, otros indican que fueron cuatro y algunos hasta doce, o sea que no había al principio acuerdo en su número. Lo que el evangelio sí dice es que trajeron tres regalos, oro, incienso y mirra, es posible que esto sugiera el número tres que la iglesia occidental adoptó.

En los primeros siglos aparecieron varios evangelios apócrifos sobre la infancia de Jesús. En ellos se cuentan toda clase de historias, algunas sobre un travieso Jesús que combinaba travesuras con milagros. En uno de ellos, el llamado evangelio de la infancia de Armenia del siglo quinto, es donde aparecen por primera vez los tres con los nombres de Melkon, Gaspar y Baldassar e identificados como reyes de Persia, India y Arabia, respectivamente.

En un artículo reciente en la revista «Biblical Archeology», Robin M. Jensen describe la evolución de la imagen de los magos a través del arte y la literatura. La primera pintura que presenta, la más antigua, es de la catacumba de Priscila en Roma de la mitad del siglo tercero. En ella aparecen los tres magos, los tres de aspecto similar, con túnicas cortas y gorros. Esta vestimenta era la normal entre los persas.

Se puede ver la evolución a través de los años en que cada vez cuadros representando a los magos los va mostrando con más regias vestiduras y van apareciendo variaciones étnicas en sus caras.

Durante los primeros siglos los padres de la Iglesia analizando la Biblia fueron identifican la adoración de los magos con diferentes frases proféticas. Ya por el siglo tercero se les había identificado con lo que dice el Salmo 72: «Los reyes de Tarsis y de las islas traerán tributo. Los reyes de Sabá y de Seba pagarán impuestos; todos los reyes se postrarán ante él». Definitivamente, los padres de la iglesia decidieron que los magos eran reyes. Así se cumplen las profecías.

Con los años pasaron de ser reyes de oriente a ser los reyes de los tres continentes, de está forma fueron adquiriendo los tonos de piel con los que ahora los vemos. Así la historia de los magos, como la mayoría de las tradiciones, con el tiempo va cambiando y después de unos siglos ya no se sabe si esas tradiciones tienen algo que ver con la historia original.