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Lo reconozco, soy raro. Tremendamente raro, para ser más exactos. Lo mismo me plancho un huevo que me frío una camisa. Procuro salirme tanto del guión preestablecido, o al menos intentarlo, que a veces me siento solo y, como soy raro, me rio de mi mismo porque me hago gracia, aunque nadie me entienda. Cuando miro una película suelo ir con el más villano, no porque sea cruel y malvado, sino porque me da lástima y, como es el raro, supongo que la empatía me puede.

Cuando era adolescente recuerdo que estaba tremendamente preocupado por no ser el raro. Intentaba vestir como los demás, pensar lo mismo que los demás y compartir gustos, aunque luego en la intimidad cuestionara esas aficiones. Tuve una adolescencia plácida, en ese sentido, tan tranquila como pueda serlo para alguien que quiere pasar inadvertido, ser como los demás, pero tiene un nombre extraño, tres arañazos en la cara y acostumbra a pensar diferente.

Viéndolo ahora, desde la distancia, estoy orgulloso de haberme salido en algún momento del rebaño porque de lo contrario lo más probable es que no estuviera aquí y ahora dándote la brasa, amigo lector, con cosas que te interesan más o te interesan menos.

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Esta tarde, a partir de las 18 horas, tengo el privilegio de presentar la gala Tots som la llum, en el Teatro Principal. El evento servirá, entre otras cosas, para concienciar sobre las enfermedades raras y animar a que todo el mundo colabore en la integración de aquellos que nunca lo han tenido fácil pero aún así han sacado fuerzas de dónde parecía que no las había para seguir adelante.

¿Sabes qué es una enfermedad rara? Es aquella que afecta a menos de cinco personas cada 10.000 habitantes, lo que da un mínimo margen para la investigación y, evidentemente, para encontrar una cura. Y si esto no te sorprende, que sepas que hay más de 7.000 malditas enfermedades de este tipo en el planeta. Un grupo de voluntarios hemos estado hablado sobre este tema en algunos centros escolares intentando concienciar a los alumnos no solo de que sean comprensibles con aquellos que tienen problemas, sino también que les ayuden en la medida de lo posible.

Es por eso que yo soy raro. Porque me gusta pensar distinto y, ni que sea, por empatía hacia los que sufren lo que no está escrito. Estoy convencido de que detrás de cada enfermedad se esconde un súper héroe que la afronta con coraje y salvando cualquier adversidad. ¿Y detrás de él o de ella? Una familia y unos amigos que les ayudan a que los problemas parezcan menos problemas. Porque por encima de todas las cosas somos personas. Y aquí sí que somos iguales. Diferentementeiguales, claro.

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