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Aaay!, ya empiezan los hoteles a desempolvar las estancias idílicas que vivirán los futuros turistas. Aaay! los propietarios de cafés, restaurantes y tiendas están nerviosos porque todo tiene que estar listo, pero antes de que ocurra este acontecimiento, la llegada del primer turista, todo se tiene que limpiar hasta lo más insignificante, lo que crees que nadie se puede fijar y se fijan. Cuando entras en algún establecimiento, por muy bonito que sea, siempre, siempre, se descubren superficies que no se han limpiado. Y es que cuando menos te lo esperas hay ojos que se quedan atrapados en ese polvo de muchos años, como el que se esconde en la trampilla del respiradero de los cuartos de baño, o sobre la tapita que guarda el papel higiénico. Las tulipas de las lámparas, la coronillas de las bombillas, las aspas de los ventiladores retros... Este último objeto lo recuerdo aún. Era un pub donde actuaba Shanti Gordi, una amiga bailaba al ritmo de un swing, y mientras, cruzaba los dedos para que no dieran play al ventilador, la pelusa que había allí era para poner enfermo a cualquiera alérgico a los ácaros. Otro momento-susto es cuando no aspiran las miguitas ya reserva de las sillas de mimbre debajo del cojincito, o sillones de oreja. Como también esa mesa de mimbre con su cristal que a través de él puedes observar como un grupo de acaritos se lo pasan de lo lindo, porque saben que tendrán un buen verano. Cuando te distraes, o porque estás sumido en el aburrimiento, o estás a la espera de algún tardón o tardona te dispones a ver cuadros y en vez de quedarte en lo que te transmiten, clavas la pupila en la mugre que habita en el marco. Como en esas flores de plástico a modo de detalle en el centro de mesa. Uf!, olerlas es llevarte la sucia primavera a casa. En cambio está justificado cuando vas a un anticuarios de carretera en ese contexto lo ves hasta coherente, porque si no tuviera polvo a lo mejor no le das el valor necesario. "Uy! si se ve demasiado limpio seguro que no es una antigüedad. Entra la primavera y los ácaros, los gérmenes se alteran. Y mi cuñado y mi vecina del quinto también. Los árboles, las flores se agitan y esporas, partículas insignificantes vuelan en el ambiente que respiramos. Si a ese ajetreo primaveral le sumas lo acumulado de otros años se puede producir una gran eclosión en tu nariz, en tu piel, manifestándose en picores, eccemas. Canta el eslogan «Cuidemos el medioambiente». Para mi dice lo evidente y lo subliminal: que limpiemos al detalle incluso los rincones en que no te sueles fijar porque seguro que para alguien no pasan desapercibidos.

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@sernariadna