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El domingo nos robaron la hora que nos hurtan cada primavera: a traición, mientras dormíamos. Luego nos la devuelven, en otoño, como un regalo para compensar la melancolía. Pero la sensación será, seguro, la misma de cada vez: nos devolverán a una doble, una farsante o quizás, simplemente, los meses habrán pasado también por ella, se habrá hecho mayor (o realista), habrá perdido su cara sonrosada y las promesas de la estación de las promesas. Sea como sea, ya no será esa hora.

Ahora vienen estos días raros, de adaptarse, de maldormir, de malpensar y todo el ritual propio del jet lag y total, ¿para qué?, ¿por qué? Se habla de ahorro energético pero cada vez son más los que cuestionan su efectividad y el precio más alto lo paga la salud, la armonía de ese ritmo llamado circadiano (del latín circa, que significa 'alrededor de' y dies, que significa 'día'), que hace referencia a nuestro reloj biológico y da cuenta de nuestras vigilias y descansos. De ello, me cuentan, habló hace unos días en la sala Albert Camus de Sant Lluís, Ignasi Buqueras, presidente de honor de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE), que tituló la charla "Repercussions sobre la salut d'un horari insensat». Los afortunados que pudieron asistir conocieron algunas demandas de esta asociación que solicitó al Gobierno no cambiar la hora del pasado sábado, para volver, en 2015, al huso del meridiano de Greenwich, que es el que nos corresponde geográficamente/internamente, igual que a Londres o Lisboa. Habría bastado con no mover los relojes esta vez pero habrá que esperar otro año para soñar con el intento de corregir una modificación que Franco estableció en 1940 para ir al compás de la Alemania de Hitler y que mantiene desde entonces a España con una hora de adelanto (cambios estacionales aparte): vamos una hora por delante de nuestro tiempo solar en invierno, y en los meses estivales, al adelantar otros 60 minutos más, con dos horas de desfase. De conseguir restablecerlo, dejaría de ser de día a las diez de la noche en verano, sí, pero las noches de verano seguirían siendo ellas, y a cambio, quién sabe, todo podría empezar a equilibrarse un poco mejor. Tendría que venir acompañado de más cambios, claro, pero sería un primer paso. Y es que ARHOE no reivindica únicamente el adelanto del huso horario, clama también por una de las cuestiones que más afecta a los españoles y de la que se habla muy poco, como si no tuviera consecuencias en todo (sí, también en la economía): la racionalización y flexibilización de los horarios. Somos los europeos que menos dormimos, según los datos, 7,12 horas al día, casi una hora menos que la media del resto del continente: otra hora robada. Lo sufrimos todos, también los niños y los adolescentes y la programación de las cadenas con sus prime time a partir de las diez de la noche no ayuda para los que. Al final, el fracaso escolar parece tener raíces (no todas, porque es un conjunto de males) más relacionadas con el sol y con los hábitos que imponen la luz y los horarios laborales que con las apuestas políticas de turno.

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El horario comercial de este país esclaviza (en especial, como siempre, a las mujeres) y, aunque dormimos una hora menos, trabajamos más horas que en otros países (en concreto, 280 horas al año más que en Alemania, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE). Además, trabajar más horas no significa trabajar mejor (al contrario, casi siempre) y la jornada intensiva ya está dando buenos resultados en algunas empresas españolas que han aplicado la modalidad a la europea (los desayunos se hacen en casa, se madruga y se para una hora como máximo a almorzar alguna cosa, sin primeros, segundos, postres y etcéteras, y a las seis de la tarde cada uno a su casa: cenas más tempranas, mayor descanso y las tareas domésticas se podrían repartir así de una forma más equilibrada y hasta quedarían opciones, para hombres y mujeres, de participar en otros ámbitos de la comunidad como la política, la cultura y otras aportaciones personales y sociales que hoy por hoy veta el reloj).

¿Y qué importa todo esto en comparación con la subida o la bajada del Ibex 35? Más preguntas: ¿Llevará algún partido en su programa electoral este cambio horario? Y, de ser así, ¿lo cumplirá? Y la última: si no cumple sus compromisos, ¿pagará alguna vez algún precio por la estafa? Estas citas a ciegas de los martes, por cierto, también han cambiado de periodicidad (gracias, Alf: hay alguien ahí) y serán ahora quincenales, un martes sí y otro no. Nuevo ritmo circadiano.

@anaharo0