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En Balears la Semana Santa, al menos la de las vacaciones colegiales, suele venir con retraso, por lo que dura más y no está empedrada de fiestas. ¿Quién dijo que los isleños no éramos listos? Por cierto que «Los Isleños» eran los que acompañaban en tiempos a Bonet de San Pedro («Bonet de San Pedro y sus Isleños») y nos acariciaban los oídos con ritmos suaves que invitaban a soñar. Y es que en tiempos andábamos muy necesitados de soñar. Pero estaba prohibido.

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En los años de la larga posguerra española todo lo bueno era demasiado caro o estaba prohibido… menos soñar. Claro que si te pasabas soñando te ibas al infierno por menos de lo que ahora puedes ver en las playas durante la Semana Santa, de modo que ni siquiera soñar según qué cosas estaba permitido. Le decías al confesor que habías mentido a tus padres y él te miraba con ojillos perversos y decía: «¿Y no has hecho cosas feas?» Bueno, cosas feas, como robar una pastilla de chocolate, quien más quien menos las hacía, y tú decías que sí, y luego el confesor iba y te preguntaba: «¿Sólo o acompañado?» Y tú pensabas: «¿Ah, es que esas cosas se pueden hacer acompañado?» Era como si hablarais dos idiomas diferentes. Porque, en una época en que en los bailes del casino las mozas estaban todas sentadas con sus madres en torno a la pista de baile, y todas indefectiblemente estaban cansadas cuando las invitabas a bailar, ¿qué cosas feas podían hacerse acompañado? Como no fuera intentar hablarles cuando salían del colegio… Pero había que quedar bien y no teníamos más remedio que inventarnos unos cuantos pecados «gordos», sacando una lista que leíamos en el confesionario, con una lucecita que encendía el confesor, que debía de estar harto de escuchar tanta novelería barata pero que también estaba obligado a continuar sentado en el banco de la paciencia.

Echando la vista atrás veo que la Semana Santa ha cambiado tanto que parece cosa de otro mundo. ¿Dónde están las posts de formatjades –tablas de empanadas- que acarreábamos en bicicleta hasta darnos de bruces contra el suelo? Supongo que en los supermercados. ¿Dónde quedan las procesiones de paso tan lento que luego te dormías vestido sobre la cama de tan cansado? Supongo que en la tele, donde los cristos gotean sangre y las vírgenes tienen ojos de cristal y lágrimas de cera, y además alguien canta saetas desgañitándose y quebrando el cielo de la noche con sus quejidos, porque ahora la Semana Santa es sólo un tiempo de descanso y de turismo.