TW

VIERNES, 29
Contemplando el desgavell del partido todavía en el gobierno de España, me viene a la memoria la frase de Shakespeare pronunciada en «Hamlet»: «La vida no es más que un cuento contado por un idiota lleno de ruido y furia que no significa nada». Así lo parece el guirigay de manifestaciones y contra manifestaciones que salpican las portadas de los periódicos en esta resaca post electoral, entre las que destaca la versión histérica de Esperanza Aguirre capaz de plantear tres propuestas distintas y contradictorias entre sí en solo tres días y la quietista de Mariano Rajoy quien, tras la debacle electoral, aseguró que no habría cambios para desdecirse a las cuarenta y ocho horas.

Al otro lado de la trinchera, el símil sería el de «Gritos y susurros», la película de Ingmar Bergman, en la que dos hermanas acuden al lecho agonizante de una tercera y donde se producen los susurros adecuados a la luctuosa situación, pero en la que surge más que un grito de reproche. Sin hacer chistes fáciles sobre la identidad del agonizante en el evento electoral, en este caso un perdedor con ínfulas victoriosas, se oyen más gritos (sobre líneas rojas y moradas) que los necesarios susurros seductores imprescindibles para llegar a acuerdos tan imprescindibles como urgentes. Y aunque muchos amagan, nadie dimite. ¡Cómo no admirar a los británicos!

SÁBADO, 30
Altas temperaturas en tierra y en el éter político. En la Pescateria, bajo un sol de justicia y camuflado bajo mi sombrero panamá, escucho comentarios no menos calientes:

- Que te lo digo yo, que esos ecologistas pondrán nidos de pájaros en todas las esquinas.
- ¿Tú crees?
- Y también banderas cuatribarradas y traductores al español.
- ¡Jo!
- Y en Madrid van a convertir la Casa de Campo en una granja de conejos.
- Collons!

DOMINGO, 31
Plácidos sueños con imágenes del beatífico revoloteo del ángel Messi. Abrupto despertar con noticia de iracundos rasgamientos de vestiduras por la sonora pitada que una vez más sepultó la audición de la «Marcha Real» (la primera vez que viví in situ semejante aquelarre fue en Zaragoza allá por los primeros ochenta, una final Madrid-Barça, o sea que la cosa viene de lejos), ante un monarca impávido y un president que esbozaba una sonrisa taimada...

Aunque mi relación emocional con banderas e himnos es prácticamente nula, jamás silbaría ninguno de ellos ya que comprendo y respeto que haya muchos ciudadanos que puedan sentir estos asuntos de manera muy distinta, aunque esta especial sensibilidad choque con la libertad de expresión, como ya sentenció la Audiencia Nacional en 2009. Entraríamos aquí en terrenos colindantes con el llamado «derecho a la blasfemia» del que se ha hablado mucho a raíz de «Charlie Hebdo». En cualquier caso, las posibles sanciones (¿a quién, a qué?), tiene todo el aire de un brindis al sol, mera gesticulación del poder para contentar a determinados sectores de su electorado, actualmente a la deriva…

Noticias relacionadas

Para volver a una realidad más plácida o menos estrambótica, nada como la terraza del Cap Roig en Sa Mesquida y contemplar, cerveza en mano, las impresionantes ceñidas de los formidables veleros de la Menorca Maxi en un mar rizado y de un azul abisal bajo un cielo veteado de blanco. Un canto a la pausa contemplativa, a la belleza ancestral de las velas preñadas, a la lentitud, a la busca del tiempo perdido (¿dilapidado?). Un par de chicas que revolotean por allí no tienen tiempo de observar aquel prodigio: están muy ocupadas haciéndose selfies.

LUNES, 1
Prueba de agudeza ética:

¿Existe algún país en el mundo en el que se aclame a un chorizo o una choriza, en este caso, cuando sale de la cárcel con un permiso de cuatro días?

Exacto: es el mismo que se ha pasado veinte años votando reiterada y masivamente a depredadores de dinero público.

MARTES, 2
Oportunísimo artículo de José A. Fayas en «Es Diari» sobre mecanismos de gobierno y oposición en organismos insulares… Y es que la democracia es, sobre todo, control del poder, dignísima, indispensable y trascendental labor que deben realizar aquellos a quienes las urnas han colocado en la oposición, desde donde pueden trabajar para Menorca igual que los que gobiernan.

MIÉRCOLES, 3
Entre tanta bazofia, a veces surge una perla. «Nuestro último verano en Escocia» es una deliciosa comedia negra con aroma british, nada convencional, sobre rencores, mentiras e hipocresías familiares, además de un bello canto a una vida auténtica (y a la propia muerte como mero colofón del proceso), por parte de tres niños deliciosos y su fantástico abuelo. Película-oasis la llamaría.

JUEVES, 4
Susurrros, ¿amorosos?, anoche entre Pedro y Pablo. Castas, bolivarianismos y adanismos deben ceder el paso a la responsabilidad. Veremos.