TW

Qué morro que tiene Pantoja con todos sus privilegios carcelarios, las clases existen incluso entre rejas. Que mal me cae Rodrigo Rato, símbolo de unos gobiernos corruptos y mediocres. Que harto estoy de los consejos para adelgazar que nos dan cada verano, seguro que más de uno se ha muerto asfixiado por atragantamiento con hojas de acelga, así que cuidado. Que estupidez es esa del bikini inteligente que te avisa cuando te tienes que poner crema. Qué pena que haya personas que deban tomar pastillas para dormir y pastillas para despertar. Que prenda más inútil la corbata. Que uñas más sucias tenía el camarero de ayer por la noche, pero que bien tiraba las cervezas. Llegará el día que cobrarán por las puestas de sol. Como molan las mágicas y purificadoras hogueras de San Joan. La vida no es un maldito anuncio de cerveza, pero que envidia vivir mediterráneamente y tal,...

A toda velocidad circulaban estos y otros muchos pensamientos por su mente cuando los primeros rayos de sol tocaron el rostro de Joan. Se despertó con un dolor de cuello muy intenso y la boca pastosa. Le costó situarse en los parámetros de espacio y tiempo, la cabeza le pesaba como si hubieran cambiado su cerebro por un globo lleno de agua. Lo que le quedó claro enseguida es que no estaba en Las Vegas, ni lo de anoche fue un anuncio glamuroso de cerveza, sencillamente tenía un resacón de tamaño elefantiásico por la ingente cantidad de cerveza, y gin amb llimonada, que había bebido durante todo el día, y gran parte de la noche. Y ya se estaba aplicando aquello de nochecitas de juerga mañanitas de Iboprufeno.

Se palpó los bolsillos de los vaqueros cortados y del de atrás sacó, además de una gran cantidad de arena de playa, una servilleta de papel arrugado con un nombre: Laura, y un teléfono al que se le había medio borrado el último número. Joan ya no tiene edad para estas farras tan intensas, pero ¡qué diablos! que le quiten lo gozado, después de trabajar como una mula por cuatro euros mal contados, mierda de reforma laboral, se merecía una noche loca, ya saben, queridos lectores, carpe diem y todo eso.

Noticias relacionadas

Recuerda que el aterrizaje en Menorca fue tranquilo, el cacheo en el aeropuerto más rápido que de costumbre, soporta con resignación que en los controles aleatorios le toca siempre pringar, parece que el pelo largo sigue siendo sinónimos de algo delictivo para algunas mentes no muy evolucionadas. Lo que le sorprendió e impacto más que ver a Fernando Alonso sonreír, fueron los mamotretos de rotondas que vio en la carretera camino de Ciutadella, venía huyendo de la ronda litoral y se encontraba esas toneladas de cemento, cementorraneamente o algo así.

Recuerda la lluvia de avellanas, los primeros abrazos, el brillo intenso de la crin de los caballos Recuerda la bajada al puerto y una sonrisa muy bonita. A partir de ahí nebulosa, risas, sabor a agua de mar, el móvil sin batería, algunos abrazos más, vasos que iban y venían a un ritmo frenético y ya está.

Fue su noche más corta entre las cortas, quizás compensaba en cierta manera otras que fueron demasiado largas, y sin duda le esperaba un largo día por delante. Para empezar debía hacerse con urgencia con una botella de agua, llegar al coche, darse una ducha, cargar el móvil y probar todos los últimos números de aquel teléfono, convencido de que pasar el día, e incluso la vida, buscando una sonrisa merecía la pena. Joan se levantó y camino optimista, ya empezaba a sentirse mucho mejor.


conderechoareplicamenorca@gmail.com