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¡Lo conseguimos! Los felices propietarios de una barriga más o menos cervecera somos los nuevos Brad Pitt del lugar. Los guaperas, los tíos buenos, los macizorros... Ya me entiendes, amigo lector. Y no lo digo porque se me haya desbocado el ego sino porque los marcadores de tendencias dicen que el metrosexual ha muerto y que ahora el macho alfa es el fofisano.

Yo también opino que fofisano no es un nombre viril que despierte el suficiente respeto como para ser el líder de ninguna manada pero nadie me ha preguntado. Como tampoco me preguntaron a cerca de lo de metrosexual, un insulto para aquellos que, de haber seguido la moda, tendríamos que habernos conformado con palmosexuales o diezcentimetrossexuales por cuestiones fisiológicas.

Pero no importa, ¡hemos ganado! Según esta tendencia ahora las nenas y los nenes se rendirán ante el encanto de las tripitas. Adiós a las abdominales. Siempre se me dieron mejor las tablas de ejercicios para lucir flotador. Mi ejercicio preferido es el de coger un tenedor, pinchar una patata brava, llevármela a la boca, disfrutarla y acompañarla de un sorbito de cerveza. Para una correcta ejecución que no acarree problemas conviene repetir este ejercicio entre 15 y 20 veces. Asimismo, para evitar fatiga, podemos cambiar las bravas por croquetas, calamares a la romana o ensaladilla rusa. Lo de la cerveza es innegociable, no se puede cambiar, debe acompañar cada bocado. Para lograr una buena tripa hay que ser exigente. No pain, no gain, dicen los ingleses.

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Al loro, el concepto tiene trampa. Como todo en la vida. Para cumplir a rajatabla con lo de fofisano debemos invertir alguna tarde en pasarnos por el gimnasio de verdad, el de sudar, o pimplarnos entre pecho y espada una buena ración de kilómetros a pie con su guarnición de bebidas energéticas. Osase, estar gordito es lo que se lleva pero no hay que descuidarse.

A los que nos cuesta horrores ganarle la batalla a la báscula nos alegra que por fin la sociedad tenga a bien vernos con buenos ojos o que nos ganemos su aprobación. Aunque haya hecho falta que un grupo de snobs amargados se hayan tenido que inventar un término tan cursi.

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